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sábado, 15 de agosto de 2015

Ganas de verano


Las neuronas ya están derritiéndose. Han sobrevivido, al parecer, a tres olas de calor proveniente, según los meteorólogos televisivos, de algún hirviente y caldeado lugar debajo del desierto del Sáhara. Tampoco lo sabemos muy bien porque por algún motivo que no acertamos a entender, en el espacio meteorológico del canal 24h pocas veces o ninguna aparece la temperatura de Barcelona. Será que es una ciudad muy pequeña o al menos no tan grande y relevante como, por ejemplo, Zamora.

Típico mapa del tiempo de La1 con desaparecidas grandes capitales
El aire acondicionado portátil adquirido a finales de junio está siendo rentabilizado, algo que seguramente sabremos con mayor certeza y menor alegría cuando nos llegue la factura de la luz en la cuesta de octubre. Pero las paredes, literalmente, ardían. Un día pusimos una postal de unos pájaros  reposando en las ramas frondosas de un olivo y al volver por la noche a la casa no encontramos más que unas alitas de pollo tiradas por el suelo. Fritas en aceite de oliva. Y la postal casi vacía, con un fallecido y resquebrajado olivo en primer plano y unos matojos dando vueltas sin aparente control en el horizonte. Nos las podríamos haber comido pero no somos muy carnívoros. Además habíamos dejado una pizza. No encendemos el horno, porque ni se nota. Es mejor dejar una pizza ahí en la mesa cuando salimos y que se vaya haciendo, y así cuando llegamos está estupenda.

Ya el domingo en la playa, la sombrilla se fija al suelo perfectamente. Está fabricada con el mismo material que el terminator modelo T1000 y al fundirse el metal con el calor volcánico y mezclarse con la arena, llega a un punto en el que es muy dificil separarla. Llevábamos agua congelada en una neverita textil pero al abrir la botella sólo queda un poco de vapor que intentamos absorber. Y de las cervezas mejor no hablar. He sacado un cigarrillo pero se lo ha fumado la atmósfera antes de que el encendedor se le acercase. Está el último en el suelo en llamas, de todas maneras.
Pero me he venido unos días a Salamanca, unos no coincidentes con las vacaciones de mi pareja, con unas sandalias y unos pantalones cortos y alguna cosa veraniega más. Y resulta que esta noche ha hecho 9ºc. 

Así que sigue habiendo ganas de verano.


jueves, 4 de diciembre de 2014

Estas navidades...¡Regala Metal! (no-crítica del concierto de Dragonforce y Epica del 02/12/14 en Barcelona)

Resulta que el día de mi cumpleaños había un festival en Barcelona que reunía a unos cuantos grupos, entre ellos los míticos Stratovarius, pero por diversas circunstancias -la principal de las mismas el horario de trabajo y la imposibilidad de cambiarlo- fue una pena no poder ir a verlos. Lo bueno es que ese mismo día mi pareja me dio la sorpresa de, aparte de otro par de regalos que me encantaron... ¡Concierto de DragonForce+Epica para seis meses después! A lo mejor no estoy muy atento, pero no tenía ni idea de que estos grandes se fueran a pasar por la ciudad. Están de gira juntos y parece que se llevan muy bien. Y los meses pasarían deprisa. DragonForce sería el motivo principal de mi presencia allí, y aunque apareciesen en la entrada como teloneros o very special guest,era muy emocionante pensar verlos al fin en directo. Y además tenía unos meses para aficionarme a Epica, también una gran banda.

Así que llegó el 2 de diciembre. La Sala Apolo, en Barcelona, bastante llena. Una birra rapidísima y a ponerse a cuatro metros del escenario. Lo bueno de una sala y no un estadio de fútbol o una explanada inmensa es la cercanía a y con los músicos, la sensación de que cuando les aplaudes, los miras y cantas sus canciones, te están escuchando, agradecidos y felices. Hay feedback. Te miran y les miras, no es algo tan impersonal como un concierto de masas. Unos franceses que no me sonaban de nada, Dagoba, empezaban caldear el ambiente. No tenían mala pinta, la verdad.

Marc Hudson y Herman Li
Y después, con total puntualidad, tras sus cinco canciones, una estupenda hora de DragonForce. 

Sam Totman y Herman LiAgudos perfectos del cantante, magistrales guitarreos de Herman Li y Sam Totman, inmejorable integración de toda la banda y ejecución de sus siete canciones con la maestría que era de esperar. Había leído por ahí que los directos de DragonForce dejaban bastante que desear, al menos comparativamente con respecto a los discos de estudio (puede ser que porque los discos estén en un nivel de perfección difícil de emular), pero puedo afirmar que en este caso no fue así. Una lástima que no fueran los cabeza de cartel pero un privilegio poder haberlos disfrutado.

Epica
Y tras una pausa que se alargó un poco, Epica. Como no soy crítico musical no voy a hacer valoraciones muy técnicas, pero ofrecieron un espléndido show en el que a pesar de las bases de coros y orquesta pregrabadas que indudablemente tenían que estar presentes, la voz y el resto de los instrumentos se escuchaban nítidos y perfectos en prácticamente todo momento. Con una cuidada puesta en escena y un sonido algo más brutal que en los discos de estudio, lo cual es de agradecer, Epica estuvo dándole caña durante alrededor de hora y media, con algún descanso entre medias y algunas graciejas y chascarrillos para los fans, y bromeando con los integrantes de Dragonforce, que les miraban desde el piso de arriba tomándose algo en una mesa.


Epica
Manuel J. Alonso y Sam Totman de DragonForceGran concierto. Y grandes profesionales. Es un placer ver como alguien disfruta tanto con su trabajo y que lo hace tan bien. Percibir nítidamente, en sus sonrisas sinceras, sin postureo, sin falsa modestia o chulería, su felicidad. Respetuosos, educados, contentos. Y se transmite ese buen rollo. Y es una bonita sensación. Y luego te encuentras al cantante de DragonForce (Marc Hudson) y a uno de los guitarristas y co-creador del grupo (Sam Totman) a la salida. Tan normales, naturales y tranquilos. Uno te pide un pitillo, aprovechas y te haces una foto con él después de un par de intentos fallidos con un teléfono cuya cámara no es su mayor virtud. Y el segurata del local en el que han tocado les echa la bronca por estar en la calle a escasos metros de la puerta con la birra que les acaban de dar, exactamente igual que a todo el mundo. Y no se quejan y obedecen, a sabiendas de que han sido los cracks de la noche y que toda esa multitud que abarrota e inyecta euros a ese mismo garito ha venido sólo por ellos.


Por eso, si estas navidades tienes que hacer algún regalo, olvídate de colonias, freixenet, loterías o mandangas. Regala buen rollo. Haz feliz a alguien, ¡Regala Metal!





domingo, 7 de septiembre de 2014

Ministerio de trabajo y ministerio de cultura; abolición del horario partido comercial

Hay una petición que está cobrando fuerza en Change.org.

Manuel J. es un trabajador de Barcelona. Desde hace años, a causa de la crisis y la coyuntura socioeconómica, ha venido trampeando de empresa en empresa y de puesto en puesto, unos mejores y otros peores. Sintiéndose afortunado por tener trabajo, ha tenido que anular vacaciones durante más de dos años. Pero se ha dado cuenta de lo peligroso para el cerebro que resulta su actual monotonía. Aquello que se llama "horario comercial completo". Partido de lunes a viernes y trabajando también los sábados, quedándose todos los días en torno a media o una hora más de lo acordado por el mismo precio. Haciendo el trayecto que le separa de casa al lugar de trabajo veintidós veces en seis días, empleando para ello alrededor de once o doce horas por semana. Una maldición que, llegando a casa a las diez de la noche, le impide hacer otra cosa más que trabajar, volver, comer, dormir un rato y con un poco de suerte ver a su pareja una hora al día. Cortarse el pelo, leer un libro, ver una película o socializarse es un reto, pasar tiempo de calidad con amigos y pareja, imposible. Sus neuronas se están atontando. Cada día parece no existir y sólo el domingo puede hacer algo interesante. Como él miles de españoles y españolas, agradecidos por tener empleo, sufren esta monotonía; el miedo a quedarse en el paro les obliga a aceptar cualquier condición laboral. Y viven en un país cuyos horarios no tienen ningún sentido. Pero además de sobrevivir hay que vivir. Por eso os pido que firméis esta petición dirigida al Ministerio de Trabajo y al Ministerio de Cultura. Horarios racionales para ser más felices, compaginar vida laboral y personal, ser más productivos y competitivos como otros países europeos han hecho o llevan años haciendo. Crear más puestos de trabajo con horarios intensivos para hacer que tanto trabajadores como clientes del sector servicios no tengan que predisponer sus vidas a las horas de apertura y cierre. Y que la gente pueda seguir estudiando, formándose, tener ocio, tener vida.

Bueno, como veis no es una petición real de Change.org. Y también como veis es la única entrada que escribo desde abril, creo, por los motivos citados anteriormente. Y por eso también mis temas son más aburridos; porque mis neuronas están adormecidas, mi mente se está atontando progresivamente, las palabras se van perdiendo y la inspiración es difícil de encontrar. Y el tiempo, sobre todo el tiempo, corre en mi contra.



lunes, 21 de abril de 2014

The amazing Histaminic-Man


A Peter Parker le picó una araña y se convirtió en Spiderman. Bruce Wayne se enfrentó a sus miedos a los murciélagos y tras vencerlos se tornó en defensor del pueblo. Tony Stark tuvo nosequé problema con unas cuantas radiaciones y míralo por ahí revoloteando a velocidades supersónicas más feliz que nunca. Y así decenas de tipos que deberían haber muerto renacieron como poderosos. Así que he decidido tomar ejemplo. Dominar mis miedos. Desafiar las leyes de mi naturaleza. Desoir los consejos de médicos y expertos y de la voz interior que me impide, entre otras cosas, tirarme en paracaídas o subirme a un monopatín . Sí; he decidido mirar a los ojos a uno de mis peores enemigos y enfrentarme a el. Mi némesis. Un ser que desde que llegué a Barcelona ha intentado expulsarme. "Es mejor que abandones la ciudad", llegó a decirme un matasanos hace siete años. "No camines por el Eixample en primavera", recomendó un experto años después. Y siempre está ahí. Acechándome desde las aceras. Envolviéndome con su temible sombra. Escupiéndome su tóxico veneno cuando, incauto, me tomo una cocacola o me fumo un piti sentado en un banco. Ya está bien, hombre. Ya basta. 

¡Por mucho que te lo propongas no lo vas a conseguir!
¡Te venceré, arbol plátano!

Por eso me he rodeado de los mejores expertos; un laboratorio misterioso que ha generado una fórmula magistral con extracto de ácaro y platanero, un estereotípico buen médico bigotudo y amable al que visito cada seis meses y una curtida enfermera del Raval que me inyecta el milagroso y arriesgado producto. Y como no te temo me siento en un banco y me tomo una birra y un ebastel bajo tu sombra, burlándome de tu poder...¡necio! 
Y por eso, para más inri, me he ido a vivir a una casa cuyo balcón está a menos de cinco centímetros de decenas de tus afiladas ramas, cortantes hojas y explosivas bolas de polen. De casualidad, claro. Porque hay que tener en cuenta que esos hechos que convirtieron a tipos simplones en superhéroes fueron accidentes en la mayoría de los casos.

¡No te tengo miedo!
¡Soy Histaminic-Man!






domingo, 6 de abril de 2014

Migración, portabilidad y otros eufemismos telefónicos que windows no reconoce como palabras

Últimamente ha habido muchos cambios en mi vida. Positivos. Aunque una entrada de blog no da para explicar tantas cosas seguidas y tampoco es cuestión. Como me he propuesto retomar la constancia en esto de escribir algo que se me ocurra de vez en cuando, voy a hacer unos breves apuntes aleatorios sobre lo que sea y a ver si así pillo algo de carrerilla.
Así que de momento me voy a referir a uno de estos cambios: compañías de telecomunicaciones.

Resulta que he cambiado de trabajo. De una compañía de telecomunicaciones a otra. Y también me he cambiado de operador de telefonía móvil. Y de línea de internet. Y de tarifa, y de todo. Y resulta que ninguna de estas coincide entre sí. O sea que he conseguido en menos de un mes cambiarme de compañía telefónica cuatro veces, lo cual creo que es un récord, si añadimos también dar de baja una linea de adsl en un piso y habilitar otra en otra. Un récord personal y creo que universal, porque decidme si es fácil darse de baja, de alta y todas estas cosas sin perder la compostura, el sueño, los nervios o como mínimo el tiempo. La verdad es que estoy bastante arriba en este aspecto.

El otro día un señor mayor y algo despistado me preguntaba qué es una migración. Ya que tengo en mente a muchas personas de mi círculo que por trabajo o por amor o por ambos o por ninguno han hecho las maletas y han ido o venido de aquí, allá o acullá o viceversa, y que voy diciendo por ahí que soy sociólogo, le dije que una migración es cuando una persona viaja de un país a otro para residir temporal o indefinidamente. El hombre me dijo que si no es capaz de cambiar la hora del reloj ni del móvil -motivo por el cual entró en la tienda-, mucho menos de desarrollar con éxito las gestiones necesarias para viajar. Así, fuera de contexto no tiene ningún sentido. Pero como la sociología no es lo que en este momento tengo que aplicar a mi buena competencia laboral y el correcto desarrollo de mis funciones, y dado que la respuesta la tenía que dar mientras me encontraba dentro de una tienda de telefonía y el comercial era yo (ese era el contexto), he añadido que en esas circunstancias en las que me preguntaba, la palabra migración, de hace unos años a esta parte, también significa pasar de tarifas de tarjetas de prepago y recarga a tarifas de contrato mensual dentro de la misma compañía. Y que le sale más a cuenta, he añadido. También le he explicado que si viene desde otra compañía si se cambia a la mía sería una portabilidad lo que estaríamos gestionando y no una migración. El hombre se ha quedado muy contento con la explicación y además ha conseguido que le cambie la hora al móvil. Creo que ya he excedido el límite moral de comas en estas cinco líneas anteriores, así que esta será la última del párrafo.

Espero que con tantos cambios de argot laboral que he tenido los últimos años no se me olvide lo que las palabras originariamente significaban. Como seguramente no tenga mucha coherencia interna esta entrada en particular y siempre intento que lo que digo al principio o en el título se correspondan con el final, mencionaré que yo mismo he hecho un par de migraciones; de trabajo desde el centro de Barcelona hasta Hospitalet y de casa desde el centro también hasta el barrio de Sants. 
Y que he realizado con éxito unas cuantas portabilidades de objetos y muebles diversos.




martes, 4 de febrero de 2014

American hustle: ir con pinta de los setenta y nada más

Resulta que eres ultrafan de Christian Bale y Bradley Cooper siempre te ha parecido un tipo majo y enrollado, desde la serie Alias, con sus gafitas y su pringadumbre hasta esa peli de hace un par de años o así cuyo título en inglés no recuerdo y que en castellano es algo que no tiene nada que ver, "el lado bueno de la vida", de las cosas, o algo así (en fin, que me gustó esa película, me pareció lo más acercado a una comedia romántica pero con no demasiado almibar). Y el chico está de moda en los últimos año
¿Y por donde iba? Ah, sí, Bale. Ese chaval "un-fucking-believable". Gordo, flaco, cachas, sílfide, cuasicadáver dependiendo del guión. Un poco sonado según dicen algunos. Un crack. Siempre he pensado que tiene más o menos mi edad, después de ver cuando era pequeño Empire of Sun, pero resulta que el tipo me saca unos años. Y siendo Batman, y John Connor y otro puñado de personajes aunque menos adolescentemente icónicos increíblemente interpretados. Me podría pasar horas y líneas alabando sus bondades, para resumir que cualquier cosa en la que aparezca ya merece ser vista.
Y luego, el director, David O. Russell. Vale, el lado bueno de las cosas, de la vida o de lo que sea a algunos no les gusta. Pero The Fighter, nada más y nada menos que con el bueno de Bale en un papelazo increíble y un inesperadamente convincente Wahlberg... peliculón. También aparecía por lo visto  Amy Adams, pero ni me acuerdo.

Así que imagínate, añades unas cuantas nominaciones a los oscars, metes a estos buenos actores, le pones a la Amy Adams un montón de vestidos diferentes pàra intentar que sus pechos también sean un actor secundario, haces que Bale se abone a la fritanga y consigues que le salga un tipazo estilo Torrente  y le colocas a todo el mundo gafas de sol molonas y trajes guayongos de los 70. Además, te curras un cameo muy interesante.

Y claro, uno va con un par de amigos al cine con bastantes expectativas, el mismo día del estreno según sale del trabajo, cansado, corriendo, esperando ver la película del año o una de las mismas. Uno ni se ha sentado y ha invertido nada menos que nueve eurazos en la película.

Y resulta que la cosa flojea de ritmo, que las canciones están más que manidas, que todos son majos y hay amor en el aire. Pero que no es lo suficientemente divertida como para que te rías todo el tiempo; ni lo suficientemente trepidante para mantenerte en tensión, ni lo suficientemente seria como para que padezcas por los personajes, ni lo suficientemente romántica para emocionarte en nada. Se queda a medio camino entre cualquier género. Se queda fofa. Aburre a veces, y te da pena que con tan buen material un guión flojo y una edición sosa lo conviertan en una película del montón.

Y que sea sólo eso, gente que va con pintas de los setenta y nada más.



martes, 21 de enero de 2014

El Lobo de Wall Street. Primera entrada del año, y ya ves, cine tenía que ser

"Alocada, disparatada, hiperbólica, histriónica, desagradable, crítica. Perfectamente realizada y tremendamente entretenida...". Mientras lo pensaba y escribía, comprendí que era una película demasiado grande como para sólo dedicarle un tweet. No había forma de resumirlo en tan pocos caracteres.

El caso es que el idilio que los últimos años mantiene Scorsese con Di Caprio a veces es algo excesivo. Demasiada obsesión, demasiado amor. El setenta o el noventa por ciento de sus últimas películas contienen fotogramas en los que sólo aparece Don Leonardo. Imagino que para quien lo aborrezca puede ser un suplicio. Y para quien visione la película en su versión doblada al castellano, con la típica voz de preadolescente con la que le castigan, una tortura por partida doble. 
Pero el asunto es que el tipo siempre está impresionante. Que se gana la confianza del espectador, que su actuación siempre es impecable. Y Scorsese normalmente recompensa el buen hacer de sus colaboradores con su fidelidad, como hizo en los buenos tiempos de De Niro, o como siempre ha hecho con la imprescindible e impresionante montadora Thelma Schoonmaker. Scorsese, reuniendo a los mejores guionistas, actores y en general, profesionales, siempre es capaz de crear esos personaje llamados maldito-cabronazo-hijo-de-la-gran-puta (por ejemplo en inglés podría sonar "yufaquinmadafaquacoqsaca"); carismáticos capullos que maltratan a todo el mundo, que te enganchan con sus ambiciones perversas, mezquinas intenciones, malos modos, convicción en sus acciones, seguridad en sí mismos, poder casi absoluto durante mucho tiempo sobre el bien y el mal. Que te hacen reír y sentirte casi culpable por ello al al instante. Hacen posible que un megalómano putero, politoxicómano, ultramaterialista y ultracapitalista, como es el caso del protagonista de esta película, te provoque asco y sonrisas a partes iguales. Y grima.
Tres horas de sexo, drogas y rock and roll que se pasan en un abrir y cerrar de ojos gracias a un ritmo y una narrativa ejemplar. Por mi parte, si hubiese durado otra hora, tan tranquilo. La pega que se le puede poner es que a veces es algo desagradable, es decir, no es para todos los gustos, pero Scorsese nunca lo ha sido (quitando ese encantadora pieza metacinemática que es Hugo). Y otra leve pega, en todo caso, es que la historia y su desarrollo, sus altibajos y el trayecto que hace la película, si lo pudiésemos poner en un gráfico -así como su narración en primera persona- pueden recordar demasiado a, por ejemplo, Goodfellas, una de mis películas favoritas de todos los tiempos, y supongo que la de mucha genteEn lugar de mafiosos tienes a brokers estrafalarios y alocados de los ochenta. Eso sí, igual de sociopáticos y tan al margen de la normalidad, tan adictos a los excesos. Sus pistolas son teléfonos. Usan dólares en lugar de balas para hacer el mal.

Pero no os la quiero destripar. Sólo recomiendo que la vayáis a ver, y no hay queja que valga; el miércoles muchos cines han puesto sus entradas a menos de cuatro euros. Así que si alguien está en un bar a punto de pedir una caña y unas patatas bravas fritas con aceite mil veces reciclado, con las que le suelen timar, que no las pida y hala, rumbo al cine.






lunes, 30 de diciembre de 2013

El típico tío plasta


Hay por ahí pululando un espíritu maléfico que muchas veces se infiltra en los cuerpos de las personas que te rodean en trenes, autobuses, cines, salas de espera, etc. Se llama "el tío plasta insoportable al que dan ganas de estrangular". 
Los afectados por esta posesión infernal presentan un cuadro siempre idéntico. Extremadamente incívicos, hablan con un volumen muy superior al resto, con un tono insoportablemente agudo o grave. Normalmente tienen más prisa que los demás, siempre han sufrido más injusticias, siempre tienen más derechos que cualquiera. Arengan a los plastas poco convencidos  para que se unan a su causa de queja, grito, rabieta, locura e impaciencia sin sentido. Sus comentarios normalmente son soeces y su gracia inversamente proporcional a la que ellos mismos piensan. Suelen ir a todas partes con familiares o parejas a los que avergüenzan. En la mayoría de los casos, es normal que tengan tendencias racistas, xenófobas y fascistas. Convierten lo que sería una espera simplemente aburrida en una espera agónica y desquiciante. Y al final consiguen que en todo autobús, tren o sala de espera la gente esté incómoda y pensando que la especie humana no tiene salvación. Y que la única vía de escape sea unirse a su cruzada sin sentido o levantarse para recriminar la actitud o tirar por la ventana al poseso... 
O si tienes un móvil con internet y un blog, aprovechar para publicar una nueva entrada, porque te das cuenta de que hacía tiempo que no tenías un rato largo y muerto para escribir cualquier cosa. Pensar que esa espera de horas para ponerte una vacuna al menos sirva para algo (como mínimo para que alguien te atienda, lo cual en el instante en el que escribes no sabes si se producirá).
Y confiar en que los virus de la sala de espera y la rabia incívica e insoportable no se contagie.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Más vale un samosa en mano que ciento (croissants) volando

Hola, pequeño establecimiento comercial de pastelería y bollería de toda la vida. 

Trabajo en Plaça Catalunya desde hace algo más de un mes y normalmente tengo menos de 30 minutos para comer y beber algo, intentar sentarme en algún sitio a doblar las piernas, fumarme un cigarrito, ir al baño, acicalarme un poco y volver al tema. Hace unos días salí con 90 espléndidos céntimos para ingerir una cantidad de calorías suficiente durante la pausa. La búsqueda de cualquier alimento de panaderia, fleca, pastisseria o forn que no fuese un pan fue completamente infructuosa. Tampoco es mucho pedir, ¿no?, si consideramos que en el resto de la ciudad de Barcelona hay infinidad de lugares y franquicias como Granier, Pannus, 365, Dino Pan... que nos ofrecen, por ejemplo, 5 fartons a 1 euro o 3 croissants a 1,40. Y algunos de ellos de excelente calidad. Pero no. Esto es el centro. El centrísimo. Sí, os entiendo, forns de la terra de tota la vida. Los alquileres están por las nubes, es difícil mantener la empresa familiar que con tanto esfuerzo levantó el abuelo Pepe y a las economías acomodadas y a los turistas tenéis pocas oportunidades de timarlos. Y sí, tenéis mucho intrusismo de otros. Seguramente os quejáis de que el pequeño comercio está siendo arrasado por las grandes superficies y las tiendas de conveniencia (=paquis). Pobres, pequeños panaderos de toda la vida de portal del àngel i rodalies

Pero no. Si no os compra la gente con sueldos normales es porque vuestro precios no tienen ningún sentido. Me da igual si lo hacéis con amor o con la punta de lo que sea. Yo quiero un croissant o similar y un café a menos de tres euros y medio y sé que sois capaces de elaborarlo y seguir con amplias ganancias. Especialmente asustado me quedo cuando veo en las pizarras esos english breakfasts (dos huevos tristes, bacon con cara de pena, un café chusquero, un zumo y una tostada de pan de molde) que decís que tenéis de oferta por diez eurales y pico.

El paquistaní de al lado del que os quejáis tanto no es tan de la terra de tota la vida y el tipo ha entendido que las cosas tienen que tener un precio justo. Una cocacola cuesta a lo sumo 70 céntimos fría y un samosa o unos donuts como mucho un euro. El tipo no se aprovecha. Y su pequeño local también está en el centro. Y el tipo se pasa allí todo el día. Sí, legendario café Zurich. Ese café malo malo con leche nefasta y medio helado en esas sillas metálicas e incómodas no cuesta en absoluto los dos y pico euros que os pagan los incautos por ello. Luego no os quejéis de que las costumbres alimenticias de los barceloneses han cambiado irremediablemente. 

Hasta que seáis razonables pienso seguir con mi menú de Cherry Coke, Samosa Vegetal bastante picante, cigarrito de liar y un Halls. Más vale un samosa en mano que cien croissants volando.




viernes, 25 de octubre de 2013

Por fin es viernes (mercenarios)

Sí, ya sé que el título de la entrada parece no tener demasiado sentido. Por eso me tengo que explicar.
Ya sabemos cómo está todo los últimos años en, digamos, la península ibérica y los archipiélagos y ciudades de otro continente relacionadas con la misma, o como dicen en un decathlon al que fui hace un par de días, "el estat" (bueno, la frase concreta era "puede usted cambiar los productos siempre que lleve el tiquet de compra durante quince días, y esto lo puede hacer en cualquier tienda del estado", y se me olvidó preguntar si el estado era el sólido, el líquido o el gaseoso, aunque creo que se refería al estado español). Conocemos a la perfección la situación laboral, educativa, social, económica, sanitaria y política del país. Y llegamos a la muy sesuda y científica conclusión de que "la cosa está mu mala". Pues bien, por fin es viernes. Para mucha gente que sea viernes no quiere decir nada en concreto. Da igual que sea viernes porque los sábados y los domingos también hay gente currando.
Y es que resulta que esta época en la que parece que nadie contrata a nadie hay dos tipos de personas; las que se quedan esperando, probablemente sentadas, a que su ángel de la guarda les llame y les de "trabajo de lo suyo", mientras viven de rentas, del paro o de familiares y a los que efectivamente, nunca contrata nadie, y los mercenarios; esos para los que lo importante es el poder pagar las facturas, sobrevivir y que en épocas conflictivas prefieren tener un trabajo cualquiera pero tenerlo. Hay que ir trampeando. Así, este año/curso he podido convencer a abuelas para que me den su dinero para una ONG por teléfono, intentar que otras abuelas timadas no se den de baja de servicios de gas, estar a punto de vender tarjetas de crédito a gente con dinero para pagarlas, enviar taxis y grúas a gente a la que se le avería el coche, y, finalmente, tras los años de experiencia, los estudios, las ganas y el esfuerzo, llegar a ser un sonriente florero humano. Gracias a que he preferido ser un mercenario ahora puedo seguir viviendo en Barcelona, esta ciudad en el que el coste de la vida es altísimo pero de la que inexplicablemente no nos vamos.
Así que niños, creced: no existen tantas vacantes para periodistas como licenciados en comunicación audiovisual, ni de abogados como licenciados en derecho. Esto nunca ha sucedido y nunca sucederá; y ahora menos todavía. Todos los niños quieren ser bombero, abogado, guionista, astronauta y jugador de fútbol. Y estrella del metal. De verdad, yo también. Alguien os tiene que tirar un cubo de agua fría, ese golpe de realidad que os llegará antes o después tenéis que verlo venir y estar preparados, si no os ha pasado ya. Evidentemente el sueño de nadie es ser un florero o vender cosas por teléfono. Pero hasta que uno pueda llegar a vislumbrarlo, entretanto tiene que sobrevivir. Adaptarse al ecosistema sin amargarse. Más o menos como hacía Schwarzenneger pintándose con barro para que Predator no le viese (alguna cosa freak tengo que decir y no sabía muy bien donde meterla). No es que le encantase, es que no había otra. Y la única forma de hacerlo es esa, tener el valor suficiente para convertirse en mercenario.
Así que venga. A las armas.



jueves, 10 de octubre de 2013

Vaca(no)ciones

Como ya he mencionado, hay muchas cosas buenas de trabajar en verano. Una de ellas es que si trabajas en julio y agosto hay bastante probabilidad de que mientras otros vuelven a la rutina (los afortunados, los que no siguen en el paro), tu puedas tener días libres y mofarte amistosamente de ellos (de los que no tienen trabajo no, evidentemente).
Y tener ocupación, sea en la época que sea y en el horario en el que sea es una cosa buena en si misma. Varios millones de personas buscan, y, patapúm, tu que ya estabas casi satisfecho con el trabajo a tiempo parcial que tenías estos últimos meses, y van y te ofrecen uno nuevo. Estás en racha, vuelves a levantar cabeza.
Valoras los pros y los contras, siendo estos últimos los menos. Y te cambias a una nueva empresa con unas funciones completamente distintas. Y por supuesto, como se suele decir, "no pain no gain". O sea que sin esfuerzo no hay recompensa. 

Tenías completamente arregladas las vacaciones. Sí, esa sensación que creías perdida, tener unas vacaciones normales y corrientes, de esas que cuando vuelves sigues teniendo trabajo y no de esas tipo "como el programa tenía poca audiencia y la cadena lo ha cancelado, tu contrato, tal como firmaste, se termina, así que te puedes ir un rato por ahí a freír espárragos y ya si eso te llamamos en un tiempo, por si acaso mándame algún mail en un tiempo". Tocaban dieciséis días laborables.
Pues bien, evidentemente al cambiar el trabajo por aquel en el cual, tras calibrar la balanza al milímetro resultaba más favorable, los días de vacaciones se resetean. Más bien se controlzetean. Destinos tan exóticos como Madrid y Salamanca, cuyos baratos vuelos y asequibles trenes estaban reservados con meses de antelación, debían ser cancelados, cosa que no le hace ninguna gracia la amigo Ryanair y a su primo guapo Renfe. En fin, que los pierdes. Te las arreglas para que en el nuevo trabajo te permitan librar ese fin de semana en el que te ibas de escapada, al cual ibas felizmente acompañado. Ibais un par de días a desconectar, a tomar un aire diferente al de Barcelona. Y ya está, esas serían tus vacaciones de 2012 y 2013.

Imagínate que vais ella y tu prontito al aeropuerto. Lo tenéis todo planificado. Planos imprimidos, hotel reservado, horarios de trenes y buses. Os habéis levantado a las cinco de la madrugada. Os habéis tomado un café en el aeropuerto con la calma (para más detalles sobre cafés en aeropuertos, aquí). Ya en la puerta de embarque, os dais cuenta de que cierta documentación imprescindible ha resbalado de la carpeta y está en algún sitio entre el control de seguridad y el avión, porque en las mochilas nada de nada. Alarma. Horror. El tiempo apremia y empezáis a correr como pollos sin cabeza. Resulta que el aeropuerto es un pelín grande. Resulta que nadie sabe nada. Al final el documento aparece, pero cuando coincidís los dos en la puerta de embarque, la señorita que esperó un rato desaparece y cierra. Esperáis y véis como la pasarela que lleva al avión se retira. Y todo se desvanece. Ahí va volando vuestro relax, vuestra pequeña desconexión planificada con tanta antelación.

Pero bueno, nunca habíais perdido un vuelo. Está claro que alguna vez os tenía que pasar.


lunes, 16 de septiembre de 2013

Nuevas aventuras antihistamínicas


He pensado que hoy voy a ponerme serio. Creo que no hace falta que comente mucho más de lo que ya se ve en este par de mails aparte de unas breves consideraciones al final.

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Buenos días.

El sábado 14 de septiembre, sobre las 14:30 horas, acudí con unos amigos a uno de sus establecimientos en Alicante, según he visto en la web el que está situado en la calle Teniente Coronel Chapulí 2. Estaba de visita el fin de semana en la ciudad. Soy alérgico diagnosticado a las nueces, a las avellanas y al melocotón. Siempre soy muy cuidadoso con este tema, siempre pregunto los ingredientes que llevan los platos en los restaurantes por lo que me pueda pasar, y siempre que salgo de casa llevo conmigo antihistamínicos, antiinflamatorios y  un autoinyector de adrenalina.
Ese día pregunté al camarero si el plato que aparecía en la carta como "raviolonne de ricotta y espinacas con salsa de roquefort" llevaba nueces o avellanas o melocotón, a pesar de que en la carta no figurasen citados ingredientes, y  le expliqué que soy alérgico a los mismos y que preguntara en cocina. Preguntó y al volver me dijo que no llevaban tales ingredientes. Y después me lo volvió a preguntar para asegurarse. Confiado empecé con el plato y cuando llevaba un tercio del mismo empecé a sudar, a ponerme rojo, a sentir picor en los oídos, síntomas que continuarían con un shock anafiláctico en el peor de los casos. Inmediatamente tomé un antihistamínico. Volví a preguntar y una camarera que se hizo cargo de la situación probó la pasta y me confirmó que contenía nueces.
Al parecer ni los camareros ni la cocinera ni el encargado sabían los ingredientes que llevaba esta pasta, lo cual es de una irresponsabilidad que en principio debería ser denunciable. Sólo hay dos opciones; o saben lo que lleva la pasta y la sirven igualmente o no saben lo que sirven. O bien se toman las alergias a broma. Cualquiera de las opciones es preocupante y reprochable; además, supongo que este procedimiento viola cualquier ley sobre manipulación de alimentos.

Los camareros, que en principio no son los que se tienen que encargar de la cocina, se disculparon. Mis amigos y yo nos fuimos educadamente camino al hospital más cercano y el encargado pretendió cobrarnos, lo cual fue otra falta de tacto.

Así que tuve que pasarme la tarde en urgencias, alterado, ser tratado con potentes antihistamínicos y antiinflamatorios, y ahora, siguiendo el tratamiento, me pasaré un mes tomando más pastillas, lo cual evidentemente es un inconveniente para mi vida cotidiana.

Por favor para que no vuelva a pasarle a nadie tengan la responsabilidad suficiente de saber los ingredientes que llevan los platos. Esta vez se ha quedado en un susto, para otra vez las consecuencias podrían ser peores. Por suerte siempre voy preparado y mis amigos me llevaron a urgencias en menos de un cuarto de hora.

Hagan lo posible para marcar en la carta los ingredientes de los platos o por tener un etiquetado en los productos que llegan a cocina, y por saber lo que están preparando y sirviendo. Se trata sólo de poner un poco más de cuidado para evitar disgustos.

Gracias.

Manuel J. Alonso

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Estimado Manuel.
Siento muchísimo lo sucedido. La verdad es que no se que decir. La pasta (tortellini de verdura) viene en cajas de cartón, con las bolsas de tortellini. El personal de cocina guarda la pasta en cámara fría y sanidad no deja que las cajas esten dentro. El etiquetado de los ingredientes que lleva la pasta está pegado a la caja.
Esto no quiere decir por supuesto que el personal de cocina deba saber los ingredientes.

Le pido mil disculpas por lo sucedido.
Nada que decir que no nos volverá a pasar.
Me pongo en su lugar ya que tengo hijos también con alergias. En concreto a la sulfamida y conozco casos de amigos con esta alergia que le pusieron sulfamida en un hospital por error y lo dejaron con un 40% de sordera. En fin.
Reitero mis disculpas.
Gracias


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Moraleja:
La frase más importante, y preocupante a mi entender, es la de "esto no quiere decir por supuesto que el personal de cocina deba saber los ingredientes". Así que ya sabéis, cuando vayáis a un restaurante, en algunos, o muchos, o al menos unos cuantos (no he hecho un estudio, por lo que no me gustaría prejuzgar) es probable que no sepáis lo que os estáis comiendo. Y si tenéis alergias ya sabéis que cada vez que coméis fuera será una ruleta rusa. Por cierto, la persona que me ha respondido y se ha disculpado ni siquiera ha firmado la contestación con ningún nombre o cargo.
Y como ya dije en otra entrada anteriormente, no hace falta ser una multinacional de comida rápida para jugar negligentemente con la salud de los clientes.


martes, 10 de septiembre de 2013

La napolitana rellena de veneno de toda la vida

Imagina que un señor va a un Macdonalds o a un Burguer King o similar y se encuentra una pata de un mosquito en su porción de carne picada de animal muerto a precio asequible. Instantáneamente saltan todas las alarmas y una repercusión internacional sin precedentes; Los carnívoros son capaces de comer diversas partes de vacas, cerdos, peces e incluso gambas, pero eso si, la pata de un mosquito es algo repulsivo. Política capitalismo y ese tipo de cosas aparte, la cadena muestra los miles de controles a los que somete a sus productos, las certificaciones correspondientes, la pulcritud con la que mantiene las instalaciones. El aceite con el que fríe sus patatas, limpias y sin sabor a croquetas o calamares. Explica de dónde saca los elementos que construyen sus preparaciones y cómo se elaboran. Incluso empieza a vender ensaladas e indica la aportación calórica que conlleva un filete. Recomienda una vida sana y saludable, sugiere que los niños hagan deporte y desterra la mascota de payaso maléfico de los ochenta. Muestra con guantes y limpios utensilios a sus cocineros. Le ponen una sanción de millones de dólares y entonces afina aún mas sus controles. Aun así la gente se dirige con recelo a sus establecimientos.

Imagina que este mismo señor va a una panadería o a un bar cualquiera, familiar, tradicional, de la esquina, de toda la vida. Se toma una caña y se come unas patatas sin preguntar. En la panadería, otro día, se compra una barra y una napolitana, por ejemplo. No le hace falta ningún control, ya se fía de Paco, de Manolo, de Jaume, son del barrio de toda la vida. Y en verano, se va, por ejemplo, a una calita de Girona, concretando el ejemplo a la costa de Begur y concretando más aún -concretizando, como diría alguien que quiere dar más pompa a una término tan habitual- en la cala de Sa Tuna. Se come una porción de Tortilla por la que paga diez euros y se toma una jarra de medio litro de sangría por la que paga otros diez. Y deja una propina de dos
Hay que potenciar el consumo tradicional. Hay que potenciar la hostelería de proximidad. Los productos que tan amablemente nos preparan las pequeños y medianas empresas familiares se realizan con productos de la tierra y con un amor que asusta. La pizza se inventó en una masía de Cataluña, la del abuelo tarradellas.
Cierto. Y nos os lo había dicho, pero Batman no es Bruce Wayne. Soy yo.
Lo que sigue está basado en hechos reales vividos en ocasiones en primera persona, pero dulcificado y resumido para su correcta asimilación.
Resulta que ese pequeño empresario catalán, o madrileño, o salmantino, en su vida ha pasado un control de calidad tan exhaustivo como lo han hecho las cadenas de la supuesta comida basura. Por eso ese hostelero de toda la vida puede usar el mismo aceite cuarenta veces y durante horas para freír desde patatas hasta calamares, pasando por un vaso que se le cae en la freidora, algún que otro escupitajo, algo que se cayó al suelo y volvió y unos cuantos san jacobos. Patatas deluxe. Esa cucaracha que camina por la cocina del restaurante se ríe de los comensales. Toda la fritanga tiene el mismo color y sabor, ese sabor mediterráneo que mezcla tubérculos, panceta, queso y calamares, al que estamos acostumbrados y con el cual el turista medio está satisfecho. Ese señor tan majo que te puede vender una tortilla congelada de findus como si fuese preparada al momento. Ese cocinero tan simpático que cuando va al baño no se le ocurre lavarse las manos. Se le pueden caer cristales en la escalivada. Puede tener a sus trabajadores amenazados y en condiciones infrahumanas. 

También puede ser que te prometan que una pizza no contiene los alérgenos que les has preguntado y que te des cuenta de que no era verdad de camino a urgencias. 
El panadero de toda la vida te vende no tres croissants por un euro y medio, sino uno por un euro. Eso es porque lo hace con cariño y con los mejores ingredientes. Por eso te cobra un euro con ochenta por una estupenda napolitana de crema y el ingrediente especial.
Así de estupenda:


Napolitana de moho

Mira que majo, que le ha añadido productos adicionales; ¿mermelada de kiwi? ¿esa fruta "escarchada" -no se cómo se llama, la verdad- que los maestros pasteleros le ponen a los roscones de reyes? No. Algo más elaborado, algo que ha tenido que estar un par de días o tres a oscuras, que ha estado curándose. Rico y nutritivo moho. Veneno. Una cosa que si te la comes, vete a saber, igual te mueres. Bocato di cardinale. Me abstengo de subir la foto con flash porque valoro el que la gente que piense en una napolitana pueda dormir tranquila.


Y ya ves, no me encuentro a ningún cocinero activista que denuncie tal situación. Puede ser que los cocineros activistas estén de vacaciones, o elaborando productos con cariño, amor y algunos ingredientes más.

Por cierto, no quiero arruinar el negocio de este bondadoso panadero, sólo evitar algunas intoxicaciones... así que diré que si salís del metro en Sant Pau Dos de Maig salida Cartagena de la línea azul de Barcelona, no compréis nada en el establecimiento que está nada más salir.



miércoles, 28 de agosto de 2013

Una mañana festiva cualquiera de un verano laborable cualquiera

Una de esas cosas buenas de trabajar en verano.

Que cuando tienes un día libre entre semana y te levantas relativamente tarde o relativamente pronto (según de quien sea el punto de vista), miras por la ventana y lo que esperabas un martes tormentoso se haya tornado en un día perfectamente asumible para un rato de playa impulsivo y solitario. Entonces te tomas un café, te pones un bañador, dejas la cartera y el móvil, llevándote sólo dos o tres euros, el carnet de Bicing y una microtoalla comprimida en un bolsito cutrongo y diminuto. Metes una lata de cerveza y un poco de tabaco, también, en el microbolsito chusquero. Te pones el bañador, te equipas con las gafas de sol y sales corriendo, no sea que se te escape el sol. Uno de esos días extrañamente festivos, para otros laborables, para otros completamente vacacionales, en los que intentas hacer un montón de cosas.

Una de las cosas malas de trabajar en verano.

Que ese día libre es de agosto, y en Barcelona hay una masa de gente adormecida caminando dando tumbos sin aparente  rumbo concreto por las calles, cruzando las carreteras como palomas de erráticos pasos. Que la horda turística que baja hacia la playa como tu, lo hace con cientos de motitos eléctricas, monopatines, patines, monociclos, biciclos, triciclos, cuatriciclos, cruzándose por todas partes. Que de vez en cuando surgen árboles, bolardos, pivotes, baldosas movidas de la nada. Que una de esas motitos se cruza al mismo tiempo que un árbol imparable se acerca amenazante hasta tu indefensa y responsable bicicleta y altera tu cuidadosa conducción bicicletil. Y sin darte cuenta, estás en el suelo, las gafas han salido volando y más que el dolor, te pesa la decepción de haberte caído y la impunidad con la que escapa la motito eléctrica responsable. Te quedas unos segundos tirado y sorprendido. Y el árbol te señala con el dedo y te llama pringado. Bueno, y el dolor también te pesa un poco. Ciertamente, oh insensato, creías que tu año de antigüedad de carnet de conducir bicicletas te hacía prácticamente indestructible, y empiezas a pensar que esas personas que van con un aparatoso casco en realidad no son tan pringadas. Un señor que no emite palabra salta de un banco y te ayuda a levantarte con amplia sonrisa precedida de una sincera mueca de preocupación. Recoge las gafas y te las trae, le dices " thanks, i´m ok, don´t worry, really, really thank you" (a lo mejor el señor era de Burgos, piensas después, y por eso no emitía sonido alguno). Señala con la mirada la rozadura  que te has hecho, le das la mano como si fueseis de toda la vida y a duras penas llegas hasta el parking mas cercano de bicis.
Ya estás en la playa. No tiene sentido subirse al metro nada más llegar. Estás algo cansado de los veinte minutos de pedaleo y las posibles contusiones que puedas tener. Esperarás un rato y si te duele o se te inflama alguna parte del cuerpo en la siguiente hora irás a urgencias. Piensas que lo mejor en ese momento es hacer lo que habías venido a hacer y estar tranquilo.
Así que te quitas la camiseta, te haces un cigarro y te tomas la lata de cerveza. Luego te metes en el agua como si nada y la sal te limpia las pequeñas heridas.
Y te tumbas un rato, de la manera menos incómoda posible que encuentras.
Y piensas que por mucho que digan lo contrario, el agua de la playa de la Barceloneta es cristalina, y que en las zonas en las que no haces pie se ve el fondo. 



martes, 13 de agosto de 2013

In the last episode of BCN The Walking Tourist...

Agosto. Martes y 13, ni te cases ni te embarques.

Es increíblemente baja la capacidad psicomotriz de una masa de carne humana que asola Barcelona en los últimos tiempos. Es una marea con una forma indeterminada, en la cual predominan sobre todo los tonos amarillos y rojizos. Cruza por los pasos de peatones sin importar el color del semáforo. Camina por el carril bici sin ningún temor a ser golpeada y completamente inmune a los impulsos auditivos que los timbres deberían ejercer sobre sus tímpanos. Chafa la hierba de cualquier parque dejando tras de sí una estela de suciedad, tetrabricks y envases de comida rápida. Grita sin motivo en un idioma parecido de lejos al inglés. En las escaleras del metro la masa se agolpa y se concentra inmóvil, sin permitir posibilidad alguna de espacio libre para avanzar a aquellos individuos que intentan llegar a la hora a sus citas personales o profesionales. Afiladas sombrillas sobresalen de la masa como espadas forjadas en acero oxidable y plástico tóxico, y cientos de miles de camisetas y gafas demasiado horteras para ser reales se vislumbran entre los huecos que la masa deja. Unas cuantas camisetas del Barça destacan especialmente entre las partes de la masa más barrigudas. Sobre bicicletas naranjas y de otros colores y motitos y demás artilugios eléctricos, avanza impávida la masa por aceras y carreteras, totalmente ajena a los peligros colindantes y a las advertencias de los viandantes. En el cuerpo de esta masa hay tatuajes con tipografías tan espantosas que los humanos con más de dos dedos de frente serían incapaces de utilizar en el word. Tatuajes indescriptiblemente horteras, eternos, que en ocasiones muestran versículos enteros de la biblia.
Los mangantes de la rambla se frotan las manos. De las alcantarillas surgen latas de cerveza y esas tonterías que hacen ruidos estridentes y lucecitas azules. Los taxistas se frotan las manos. Las prostitutas y los traficantes andan desconcertados ante tal marabunta. Los propietarios de restaurantes piensan que en agosto harán su agosto de manera ultraliteral. Y los camareros que han contratado para horarios interminables se agobian. Los servicios del MacDonalds no dan más de sí. En los bares cutrongos aparece de primero un plato que se llama "tapas" y de segundo un plato que se llama "paellas", regado por un vino denominado "sangría" y un postre que se llama "sex on the beach".

Y si no te gusta esto o no eres capaz de soportarlo, no haber elegido vivir en Barcelona. O emigra en los veranos. O, por ejemplo, desahógate ironizando en un blog y sigue con lo tuyo, sin agobiarte y sonriendo a la masa.



miércoles, 7 de agosto de 2013

Reunión en la cumbre

Sigue siendo verano.

Y una amenaza se cierne sobre los honrados ciudadanos del barrio del Raval de Barcelona. Una amenaza sigilosa, invisible. En las temporadas de más calor aparece, como el Predator. "Siente el calor de nuestro cuerpo, el calor de nuestro miedo", como dicen en este trailer, de calidad inversamente proporcional a la película que promociona. Con un entrenamiento de miles de años, en los más diversos lugares. Desde los bosques más agrestes hasta los rascacielos más escarpados; desde los sótanos más pútridos hasta las más altas y recónditas buhardillas. En los campos de batalla más duros, en las latitudes más diversas. Con un camuflaje y una velocidad envidiable, practicando la guerra psicológica, la guerra incluso bacteriológica y la guerra de guerrillas. Seres altamente tóxicos. Se infiltran de manera inimaginable y cuando te quieres dar cuenta... ya es demasiado tarde. Al parecer quienes me atacan son sus retoños, criaturas en apariencia inofensivas, que se cuentan de momento con los dedos de una mano... pero el temor es que se desarrollen y acaben con todo lo que la civilización ha construido.

En efecto, estoy hablando de las cucarachas; el animal más peligroso e inmortal que el ser humano, en su infinita desdicha, ha tenido el disgusto de conocer. 

Las alarmas se encendieron. Entramos en estado de máxima alerta. Solicité audiencia con las altas cúpulas. El vicepresidente me dio cita para una reunión en la cumbre. El vicepresidente de la comunidad en persona, ni mas ni menos. A mi, un habitante cualquiera y relativamente recién llegado al edificio, un arrendatario humilde y llano. Como en la serie Homeland, el presidente es una entelequia. Como en Homeland, estoy sometido a los tejemanejes de las altas esferas. En resumen: que al parecer ya había hablado con nosequién de nosequé, había pedido un presupuesto a fulano para un procedimiento que mengano le había dicho que era altamente efectivo, y en consecuencia, costoso. Que de momento no han llegado a un qué. Que es demasiado tarde. Que en todo caso en septiembre, cuando haya junta de vecinos y estén todos al mismo tiempo, cosa complicada en verano. Cuando estén todos centrados, tranquilos. O aterrorizados por la plaga que puede que sus mentes vislumbren. Y que habría que hacerlo en la macrocomunidad. 

En fin, que haga sonar el cuerno de Góndor o algo así porque la ayuda va a tardar en llegar.
Pero mientras tanto no me rendiré. Al grito de "os mataré a todas, cabronas", y equipado con un desodorante y un ambientador, los aerosoles menos tóxicos para el ser humano y los organismos acuáticos que he podido encontrar, la batalla que vendrá a continuación será épica. Un arma de dimensiones bíblicas, llamada "total attack", con todo ese poder de aniquilación concentrado en una minúscula jeringuilla de una marca cuyo nombre es digno de cualquier dios antiguo o cualquier civilización extraterrestre, me promete que exterminará los huevos antes incluso de que eclosionen.

¡Oh que gran destino el de los héroes con sus gestas! 
Odiseo, Eneas, Beowulf, Amadis de Gaula, Tirant lo Blanc, Cid, Luke Skywalker... hacedme un hueco.




miércoles, 31 de julio de 2013

Cosas buenas que tiene trabajar en verano

Es el último día de julio.

Si estuviésemos en el desierto de una película del oeste aparecería un lagarto en primer plano. O un escorpión. O una serpiente (evidentemente sólo uno de los tres, no todos porque si no ya no sería un desierto, sino un zoo). Puede que incluso la calavera de hace años de una vaca, con una ligera brisa que le arrancase sutilmente unos granos de arena. Una de esas extrañas bolas de vegetación seca pasaría rebotando parsimoniosamente. E inexplicablemente se percibiría sonido de grillos, que no abundan en el desierto.

Pero eres afortunado: estás en Barcelona. En el Raval, para ser exactos. No hay el kikirikí de un gallo ni el apacible sonido de grillos que te despierte por la mañana. Es la vieja loca de enfrente quien te desvela con sus insultos y conversaciones con amigos imaginarios y demás fantasmas. Se queja de que no hay blancos en el barrio y lindezas por el estilo. Que con Franco esto no pasaba y todo aquello. Que a los niños que juegan en el centro cívico de abajo habría que tirarles agua con lejía; que lástima que ella no tiene fuerzas para hacerlo. Que su nieto de dos años es un asqueroso y un maleducado. Alguna vez unas horas después sales a hacer un cigarro o un café al balcón, te echa la bronca por alguna cosa que no entiendes y luego te sonríe y te dice buenas tardes. Esperas que te salude con la mano alzada o algo así pero no lo hace. Comes y te vas, que trabajas por la tarde.

Que sea verano no quiere decir nada significativo en cuanto a horarios de trabajo. Lo único que pasa es que hace más calor. Si acaso tiene que ver con el horario lectivo. Pero que yo sepa el cole lo dejamos hace mucho, demasiado como para que nuestras vidas se rijan por el absurdo planteamiento de que las cosas empiezan en septiembre y se finalizan en junio. Los humanos viven todo el año, de momento no estamos en suspensión criogénica los meses de verano. Por eso me cuesta tanto entender a esa gente que piensa que en verano no tiene sentido trabajar. Esa gente que es incapaz de saludar con un simple "hola" pero que sin embargo está encantada de tener una cara de culo que les llegue hasta el suelo y expeler un "vaya mierda" o un "qué agobio" en cuanto entran en el trabajo y durante el resto de horas, días y semanas. Gente que hasta hace un par de meses estaba deseperada buscando un trabajo digno y que a los dos meses de tener uno, y desde el primer día, lo único que puede hacer es quejarse e intentar meterte ideas absurdas en la cabeza. Te recuerda a las cosas que diría un niño que se está perdiendo las vacaciones o al que le han castigado sus padres por algún motivo.

Y está claro que si vives en el mundo real, ese en el que ya no somos niños que están un par de meses fuera del cole, tienes por fuerza que verle cosas positivas a trabajar en estas épocas del año, que sin duda las hay:

1- Evidentemente, la más importante de todas; que estés trabajando significa que no estás en el paro.
2- Si además tienes la suerte de no trabajar en una churrería, fabricando kebabs, asfaltando el suelo o vendiendo latas de cerveza en la playa, entre otros, es probable que disfrutes de aire acondicionado.
3- Sólo vas a la playa los fines de semana, con lo cual la aprecias más y no te quemas.
4 - Muy probablemente cuando el resto de los seres afortunados que tienen trabajo hayan vuelto al mismo, tu tendrás algún día de vacaciones, podrás señalarles con el dedo y decirles "pringaos".

¡Así que felices vacaciones para quien las tenga y "que se den con un canto en los dientes" quienes, por motivos laborales, no!


lunes, 22 de julio de 2013

Aberraciones automovilísticas

     Hay artefactos surgidos de la mente perversa de maléficos inventores e ingenieros que no dejan de atormentarme cada vez que salgo a la calle. Me gusta volver andando del trabajo, tanquilamente, con los auricuares puestos, o en bicicleta, con una suave brisa golpeándome la cara y la típica masa de torpes o incívicos turistas que caminan por el carril bici. Temo cruzame con una rata o una cucaracha. O con hedores veraniegos de una calle salpicada de diversos despojos del cuerpo humano, sin regar y al sol de justicia de julio.
O peor aún, con uno de esos artilugios. Seres metálicos surgidos de las más profundas oscuridades del abismo, recordándonos con su premeditada horripilancia cuan terribles pueden ser los efectos del fordismo y los de una excesiva libertad otorgada a unos desacertados y maquiavélicos diseñadores. Carros del infierno forjados en fábricas malditas cuyas líneas aberrantes y anaerodinámicas harían palidecer a un temible tanque de la segunda guerra mundial o a uno de esos Mercedes todoterreno que sólo se construyeron para dos o tres dictadores europeos y que languidecen en museos del automóvil como muestra de la maldad de sus poseedores. Criaturas de acero,cristal, plástico e incluso piel que campan a sus anchas, híbridos extraños que sin embargo multitud de conductores han considerado dignos de su coste en euros.


Nissan Juke                                                                                                                          ¿Donde tiene este ente de cuatro ojos la mirada? ¿Es el Nissan Juke un Wolkswagen escarabajo que fue enguillido sin miramientos por un peugeot 306 y que jamás fue digerido, formando así tan abominable mutación? ¿Cómo es posible que se haya podido vender tanto?


Ssanyong Rodius

     ¿Y cómo pudieron hacerle ese culo al pobre Ssanyong Rodius? ¿Qué mente perturbada coloca la parte trasera de un coche fúnebre sobre un monovolumen y lo suelda? ¡Oh, furgoneta del Equipo-A, ilumínanos con tu belleza ochentera!


Fiat MultiplaPero el mayor horripile lo inspira el Fiat Multipla. Dicen que por donde pisa no vuelve a crecer el asfalto. Consiguieron hibridar el adn metálico de un Totota Corolla de los noventa y un Chrysler Neon, seres de por sí mas que desagradables a la vista, y colocarle a todo ello el piso de arriba de un autobús de dos plantas. El único que disfruta de su existencia es el conductor; tal vez el más inteligente de todos los poseedores de un vehículo. Porque tiene la fortuna increíble de no sufrir los traumas, las consecuencias y las duraderas secuelas de haber visto semejante espanto.

He visto estos vehículos demasiadas veces los últimos días y pretendí incluso hacerles fotografías propias, pero no podría vivir conmigo en tal desesperación y tormento, sabiendo que alguna vez puse un objetivo delante de sus malsanas fauces y deformes caras. 


     Debe ser terrorífico tener carnet de conducir y mirar por el retrovisor, y ver como de repente estas huyendo de uno de estos monstruos sin haber hecho nada para merecerlo. Es difícil decidir cuál puede ser el vehículo más feo de la historia, pero sin duda alguna estos tres elementos se han ganado el derecho de encabezar la parte más alta de la lista.


   En comparación, el coche diseñado por Homer es una maravilla de la ciencia y la técnica. La belleza hecha automóvil... Pero lo increíble es que el Fiat Multipla es real, y seguirá formando parte de las pesadillas de niños  y adultos, y de toda esa gente que de vez en cuando se queda con la mirada perdida en la carretera y cuya tranquilidad se ve truncada por estas fantasmagóricas presencias.




viernes, 12 de julio de 2013

De repente, un verano

Desconozco cómo puede haber sido esta transición estacional en las ciudades en las que vivís, humanos; solo puedo hacer mención de lo que ha ocurrido en Barcelona y alrededores.
Parece que fue ayer cuando salía del trabajo en Cerdanyola del Vallès con guantes y capucha o gorrete, dando saltitos y exhalando vapor, muchas veces con paraguas, esperando el tren y comentando con mis compis la jornada y el frío que hacía. Sería diciembre, enero. Por ahí era invierno. Sí, los gorretes y los guantes dejaron de llevarse, los paraguas se mantenían a la espera de órdenes. Se supone que empezaba la primavera, recuerdo el día de su inicio perfectamente. Realmente hacía buen tiempo, solete, y tuiteé algo así como "hace sol, tengo trabajo y me estoy comiendo un falafel buenísimo en una terraza. Me encanta Barcelona". Incluso añadí una foto del susodicho falafel, sus patatas y su coca-cola:


primavera en Barcelona
Barcelona, 21 de marzo de 2013

Pero fue un espejismo de un par de jornadas. El ejército de edredones permanecía en sus puestos y la gente en sus casas, abrigada, veía Game of Thrones y demás series y pelis invernales, y  observaba con perplejidad que la primavera aparecía tímidamente uno o dos días cada semana. Los alérgicos, para su desgracia, se percataban de ello, no obstante. Y se supone que el después empezó el verano. Era inexplicable que en Barcelona sólo los turistas pensasen que era un día estupendo para ir a la playa. El cuarenta-de-mayo-no-te-quites-el-sayo nunca apareció y atemorizados, los habitantes de la ciudad contaban con que el verano ya no existiría. Never again.
Y catapum, de repente un día es verano. Un extraño. Los cuerpos de los barceloneses y sus mentes no han tenido tiempo de aclimatarse. Los de los turistas sí, a sus castigados cuerpos les importa un bledo todo, tanto ponerse rojos como cangrejos como tatuarse varios versículos de la Biblia o pimplarse diez botellas seguidas de tinto de verano don simón. Los alrededores de la torre en la que trabajo están rodeados de esta curiosa especie. Pero a la gente común le ocurre lo que sucede cuando te subes en una nave espacial, eso que hacemos todo el mundo todos los días un par de veces, y tienes que pasar primero por la cámara de despresurización y equilibrar la presión atmosférica para salir al espacio o visitar algún planeta sin que te salga volando la cabeza o te revienten los ojos, o hagas una implosión con las evidentemente fatales consecuencias. Esas cosas que sabemos que pasan. Pues bien, aquí no hay cámara de despresurización y la semana pasada el clima nos chafaba, nos atontaba, hacía nuestros movimientos más torpes y nuestros pensamientos más espesos. Pero bueno, parece ser que esto del verano, aunque ayer volviese a llover, va tomando forma. 


verano en Barcelona
Barcelona, 12 de julio de 2013

Y también ese bronceado tipo mosaico, con piezas blancas, rojas, marrones y rosas que mucha gente, incluído servidor, porta.
Y se intuye, ya a mediados de julio, que al fin en Barcelona tendremos uno de esos veranos normales y corrientes de toda la vida, que empieza en agosto y termina en noviembre.