martes, 13 de agosto de 2013

In the last episode of BCN The Walking Tourist...

Agosto. Martes y 13, ni te cases ni te embarques.

Es increíblemente baja la capacidad psicomotriz de una masa de carne humana que asola Barcelona en los últimos tiempos. Es una marea con una forma indeterminada, en la cual predominan sobre todo los tonos amarillos y rojizos. Cruza por los pasos de peatones sin importar el color del semáforo. Camina por el carril bici sin ningún temor a ser golpeada y completamente inmune a los impulsos auditivos que los timbres deberían ejercer sobre sus tímpanos. Chafa la hierba de cualquier parque dejando tras de sí una estela de suciedad, tetrabricks y envases de comida rápida. Grita sin motivo en un idioma parecido de lejos al inglés. En las escaleras del metro la masa se agolpa y se concentra inmóvil, sin permitir posibilidad alguna de espacio libre para avanzar a aquellos individuos que intentan llegar a la hora a sus citas personales o profesionales. Afiladas sombrillas sobresalen de la masa como espadas forjadas en acero oxidable y plástico tóxico, y cientos de miles de camisetas y gafas demasiado horteras para ser reales se vislumbran entre los huecos que la masa deja. Unas cuantas camisetas del Barça destacan especialmente entre las partes de la masa más barrigudas. Sobre bicicletas naranjas y de otros colores y motitos y demás artilugios eléctricos, avanza impávida la masa por aceras y carreteras, totalmente ajena a los peligros colindantes y a las advertencias de los viandantes. En el cuerpo de esta masa hay tatuajes con tipografías tan espantosas que los humanos con más de dos dedos de frente serían incapaces de utilizar en el word. Tatuajes indescriptiblemente horteras, eternos, que en ocasiones muestran versículos enteros de la biblia.
Los mangantes de la rambla se frotan las manos. De las alcantarillas surgen latas de cerveza y esas tonterías que hacen ruidos estridentes y lucecitas azules. Los taxistas se frotan las manos. Las prostitutas y los traficantes andan desconcertados ante tal marabunta. Los propietarios de restaurantes piensan que en agosto harán su agosto de manera ultraliteral. Y los camareros que han contratado para horarios interminables se agobian. Los servicios del MacDonalds no dan más de sí. En los bares cutrongos aparece de primero un plato que se llama "tapas" y de segundo un plato que se llama "paellas", regado por un vino denominado "sangría" y un postre que se llama "sex on the beach".

Y si no te gusta esto o no eres capaz de soportarlo, no haber elegido vivir en Barcelona. O emigra en los veranos. O, por ejemplo, desahógate ironizando en un blog y sigue con lo tuyo, sin agobiarte y sonriendo a la masa.



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