lunes, 18 de febrero de 2013

The Fotoprix Walking Dead


Uno de vez en cuando se tiene que hacer el DNI o entregar una de esas fotos grapadas a un currículo. 


A veces uno va y se hace la foto en casa a sí mismo, la recorta y la deja lista para pegar en documentos para enviar por mail, o adjuntar en alguna web de empleo, no para imprimir. Hace unos cuantos intentos y se queda con la mejor, que es bastante parecida a como uno se ve en la realidad o en espejo. Y luego con el photoshop se elimina el fondo de gotelé del salón para que no parezca que la cosa se ha hecho en casa. Y el tema queda por ejemplo así:













O así:













Otras veces uno va una boda, le hacen una foto con traje, la recorta y la aprovecha para el mismo fin:














Y uno se queda tan tranquilo y tan contento.

Pero otras veces a uno no le queda más remedio que tener una foto tangible y tenerla right now. Lo mejor es ir al fotoprix. Pero hay una importante descompensación. Al mismo tiempo que uno se va haciendo viejo, gordo, flaco, demacrado, moreno, pálido, raro o lo que sea,  la gente que van contratando en estas tiendas es cada vez más torpe, joven, lela y pringada. No es por generalizar. Seguramente la mayoría son bellísimas personas. Yo mismo trabajé en un fotoprix un tiempo hace unos años y la verdad es que me pareció bien. Mi jefe era un tipo muy majo que sabía de fotografía y yo dominaba todo el asunto y era perfectamente amable, eficiente y diligente con los clientes, todos los días iba al banco a hacer el ingreso de la caja, trabajaba mucho y cobraba poco pero en general todo estaba bien. 

Pero es muy raro lo que está pasando últimamente  Hace una par de semanas me tenía que hacer el DNI y siempre está bien llevar una foto con cara de presidiario para que quede como es debido. Bueno, y más que nada porque en el documento nacional de identidad todo el mundo, se ponga como se ponga, se esfuerce en parecerlo o no, siempre va a quedar con cara de terrorista. Y lo lógico entonces es forzar la expresión de malote por si luego apareces en algún cartel de "se busca". Más que nada para no hacer el ridículo; imagínate que ponen precio a tu cabeza y sales sonriendo como un panoli. Pero el chaval que me hizo las fotos era la bomba. No decía nada, ni hola, se puso a hacer quince, veinte fotos seguidas sin decir palabra. No le salían. Y era una cámara doméstica de lo más ramplona puesta en modo automático. Yo intentaba mirar al infinito y poner la adecuada cara de delincuente defenestrado. Al cabo de un rato me parecía estar en el ginecólogo y que ese tipejo fuese un estudiante de primero que estuviese mirando el horizonte a través de mi  vagina expuesta a las inclemencias atmosféricas. Y eso que no tengo. Que el doctor se hubiese ido un rato y le hubiese dicho "te puedes quedar aquí mirando un rato, a ver si aprendes algo, chaval".  A veces se me iba la vista a su amenazador granazo pultáceo a punto de reventar. Y pensando en que no tenía ningún sentido que yo haya intentado volver a trabajar en el fotoprix y en miles de tiendas de audio, vídeo  telefonía móvil, películas, libros... y no me hayan contratado, y que luego ese tipo tuviese trabajo cuando no sabía ni pulsar un botón correctamente, ni emitir un sonido inteligible, ni ser buen comercial ni tener una actitud positiva o medianamente resuelta. El mundo está muy mal. Luego vino su jefa, le miró con cara de "eres increíblemente torpe" o "me muero y no te educo" y le cambió alguna cosa de la cámara. El tipo hizo otras quince fotos seguidas. La jefa creo que seguía pensando "no sé por qué me habrán colocado aquí a este inepto". Imprimio el chaval las fotos y tardó tres minutos en recortarlas con un aparato que prácticamente las recorta solas en quince segundos.
Sí que es verdad que estoy algo demacrado, pero cuando vi la foto pensé que no me haría falta maquillaje para ser figurante en The Walking Dead. Y esos flashazos, madre mía... lo único que hizo el chaval fue ofrecerme una foto a tamaño portaaviones con ese jeto, a un precio totalmente desorbitado. Nunca había visto un dependiente más torpe y lento. Rechacé su oferta, lógicamente, pensando que si se me ocurre tener esa foto en grande y enmarcada y dársela a mi madre, se pensará que soy heroinómano o que he caído bajo los efectos de un atentado con arma bacteriológica y que me quedan quince horas de vida. Luego vino la jefa o encargada y me ofreció repetir las fotos tras ver el desaguisado y lo deprimente del resultado. Le dije que no importaba porque para el DNI ya va bien tener ese careto de demacrado.
El incremento de la decrepitud sumado a la bajada en picado de la calidad de las fotos ocasiona una terrible progresión. Podría hacer un gráfico pero esto es más obvio:




Shit!

Yo quiero volver a ser el chaval jovial de la primera, o al menos el señor gordaco de la segunda. Pero es que de verdad, la última me da escalofríos.
Viendo ésto tendré que tomar una seria determinación y seguir unos ejercicios adecuados y una dieta muy estricta, recomendada por nueve de cada diez nutricionistas alrededor del mundo. Ahora mismo me pongo a ello y me voy a la playa a que me dé el sol de febrero de pleno y en breve empezaré a ingerir donuts, a ver si el asunto funciona.