jueves, 4 de diciembre de 2014

Estas navidades...¡Regala Metal! (no-crítica del concierto de Dragonforce y Epica del 02/12/14 en Barcelona)

Resulta que el día de mi cumpleaños había un festival en Barcelona que reunía a unos cuantos grupos, entre ellos los míticos Stratovarius, pero por diversas circunstancias -la principal de las mismas el horario de trabajo y la imposibilidad de cambiarlo- fue una pena no poder ir a verlos. Lo bueno es que ese mismo día mi pareja me dio la sorpresa de, aparte de otro par de regalos que me encantaron... ¡Concierto de DragonForce+Epica para seis meses después! A lo mejor no estoy muy atento, pero no tenía ni idea de que estos grandes se fueran a pasar por la ciudad. Están de gira juntos y parece que se llevan muy bien. Y los meses pasarían deprisa. DragonForce sería el motivo principal de mi presencia allí, y aunque apareciesen en la entrada como teloneros o very special guest,era muy emocionante pensar verlos al fin en directo. Y además tenía unos meses para aficionarme a Epica, también una gran banda.

Así que llegó el 2 de diciembre. La Sala Apolo, en Barcelona, bastante llena. Una birra rapidísima y a ponerse a cuatro metros del escenario. Lo bueno de una sala y no un estadio de fútbol o una explanada inmensa es la cercanía a y con los músicos, la sensación de que cuando les aplaudes, los miras y cantas sus canciones, te están escuchando, agradecidos y felices. Hay feedback. Te miran y les miras, no es algo tan impersonal como un concierto de masas. Unos franceses que no me sonaban de nada, Dagoba, empezaban caldear el ambiente. No tenían mala pinta, la verdad.

Marc Hudson y Herman Li
Y después, con total puntualidad, tras sus cinco canciones, una estupenda hora de DragonForce. 

Sam Totman y Herman LiAgudos perfectos del cantante, magistrales guitarreos de Herman Li y Sam Totman, inmejorable integración de toda la banda y ejecución de sus siete canciones con la maestría que era de esperar. Había leído por ahí que los directos de DragonForce dejaban bastante que desear, al menos comparativamente con respecto a los discos de estudio (puede ser que porque los discos estén en un nivel de perfección difícil de emular), pero puedo afirmar que en este caso no fue así. Una lástima que no fueran los cabeza de cartel pero un privilegio poder haberlos disfrutado.

Epica
Y tras una pausa que se alargó un poco, Epica. Como no soy crítico musical no voy a hacer valoraciones muy técnicas, pero ofrecieron un espléndido show en el que a pesar de las bases de coros y orquesta pregrabadas que indudablemente tenían que estar presentes, la voz y el resto de los instrumentos se escuchaban nítidos y perfectos en prácticamente todo momento. Con una cuidada puesta en escena y un sonido algo más brutal que en los discos de estudio, lo cual es de agradecer, Epica estuvo dándole caña durante alrededor de hora y media, con algún descanso entre medias y algunas graciejas y chascarrillos para los fans, y bromeando con los integrantes de Dragonforce, que les miraban desde el piso de arriba tomándose algo en una mesa.


Epica
Manuel J. Alonso y Sam Totman de DragonForceGran concierto. Y grandes profesionales. Es un placer ver como alguien disfruta tanto con su trabajo y que lo hace tan bien. Percibir nítidamente, en sus sonrisas sinceras, sin postureo, sin falsa modestia o chulería, su felicidad. Respetuosos, educados, contentos. Y se transmite ese buen rollo. Y es una bonita sensación. Y luego te encuentras al cantante de DragonForce (Marc Hudson) y a uno de los guitarristas y co-creador del grupo (Sam Totman) a la salida. Tan normales, naturales y tranquilos. Uno te pide un pitillo, aprovechas y te haces una foto con él después de un par de intentos fallidos con un teléfono cuya cámara no es su mayor virtud. Y el segurata del local en el que han tocado les echa la bronca por estar en la calle a escasos metros de la puerta con la birra que les acaban de dar, exactamente igual que a todo el mundo. Y no se quejan y obedecen, a sabiendas de que han sido los cracks de la noche y que toda esa multitud que abarrota e inyecta euros a ese mismo garito ha venido sólo por ellos.


Por eso, si estas navidades tienes que hacer algún regalo, olvídate de colonias, freixenet, loterías o mandangas. Regala buen rollo. Haz feliz a alguien, ¡Regala Metal!





jueves, 20 de noviembre de 2014

Interstellar. Con el bueno de Matthew no se echa tanto de menos a Christian Bale en las pelis de Nolan

Seguro que ya se ha dicho mucho de esta película. Seguro que hay por ahí muchas críticas con argumentos encontrados. Personalmente me ha gustado mucho, creo que es una de esas que revitaliza e implementa seriedad al género de la ciencia ficción tan estropeado últimamente por, por ejemplo, carísismos robots que se convierten en coches. Creo que tiene un buen guión, unas grandes interpretaciones, un diseño y un ritmo muy buenos, una música y unos efectos especiales adecuados sin ser los protagonistas de la historia. Y que mantiene la línea de su director, el siempre regular en la calidad Christopher Nolan. Me encanta este tipo.

Pero sobre lo que quiero expresarme ahora mismo es sobre su protagonista.

Y es que queda claro que Matthew McConaughey está en gracia, tras abandonar definitivamente su poco productivo look guaperas surfero. Este cachas playero ya está enterrado muy profundo con joyas como True Detective, actuaciones soberbias como la que pepetra en Dallas Buyers Club y otras extrañas e interesantes y pequeñas películas (ver la en momentos perturbadora Killer Joe). La década de los años 10 está siendo hasta el momento muy fructífera para este crack.
Aunque haya tenido esa laguna curricular en su irregular carrera, ha sabido aprovechar con creces su extrema delgadez, su faz de alcohólico acabado, su potente y profunda voz y su gran capacidad para desarrollar personajes de tipo deprimido y desgarrado para llenar un hueco importante que había disponible desde hacía algo de tiempo en Hollywood y alrededores.
Ahí lo tengo, en mi top de actores idolatrados, como a ese pedazo de Chris Bale, con quien compartió cartel en Reign of Fire, hace ya unos años, donde ya por primera vez demostró que no sólo podía ser el niñito rubio y mono candidato a "novio de América".
Y con su última interpretación en Interstellar no ha hecho más que ratificar lo que ya sabíamos. Hace posible que nos creamos su personaje, que padezcamos con su tristeza, que nos alegremos con su felicidad, que nos melancolicen sus recuerdos, a fin de cuentas, que nos emocione su interpretación y su personaje nos parezca real. También es cierto que los papeles que le han ido tocando o que ha ido seleccionando últimamente están tan magistralmente escritos y encajan a la perfección a sus hechuras. Todo ello, entre otras cosas, y gracias a encomiables trabajos en equipo, posibilita que nos zampemos una película de tres horas como si nada. O que se mantenga la tensión en un film de más de ocho horas que sucede prácticamente en el interior de un coche o de una oficina con larguísimos diálogos filosóficos (que es como puede denominarse a True Detective más allá del simplón sustantivo "serie").

Así que muchas felicidades, Matt, y gracias por tu trabajo. Mantente así y esperemos que tu reinado continúe siendo exitoso y duradero. Queremos volver a verte.






viernes, 31 de octubre de 2014

La fiesta del cine y "drama social" de dos películas seguidas diametralmente opuestas

No me voy a quejar con lo de la fiesta del cine. Pero podría decir que ahora que se ha vuelto tan mainstream y que va todo el mundo es un suplicio aguantar todas esas colas y todo ese ruido y toda esa gente que va con palomitas y con los niños. Pero en fin, es un oportunidad ofertosa que cualquier amante del cine que no quiere arruinarse no debería dejar pasar. Y que reservando la entrada por internet al mismo precio se puede conseguir evitar los inconvenientes. Así que no me voy a quejar.

En esta ocasión sólo he asistido a dos proyecciones. En el cine Renoir Floridablanca de Barcelona, en versión original. Una pequeña película belga con una reconocida actriz internacional a la cabeza; una más ambiciosa película estadounidense con un típico actor "novio de América" (hace unos años) como protagonista.
La intención en taquilla de ambas no es la misma, está claro, y no tienen nada que ver. Una es Dos días, una noche y la otra es Perdida. Pero voy a intentar sacarles similitudes en cuanto a sus características como drama social actual, aunque una sea más bien un documental actuado y la otra un claro thriller psicológico. Ambas, una europea de bajo presupuesto y una superproducción tienen como uno de sus elementos integrantes la crisis, como llamaríamos aquí, o la recesión, como llamarían allá. En una es claramente el protagonista, en otra un personaje más. En Dos días... la protagonista ve su mundo tambalearse al tener que intentar convencer a sus compañeros de que si rechazan la paga extra podrá mantenerse su puesto de trabajo, mantener su casa, sus hijos y poder llegar a fin de mes con su marido. En otra, el protagonista es el marido de una mujer desaparecida, en una relación que hacía aguas después de que ambos se quedasen sin trabajo y sin ambición.
Pero en los dos casos el concepto de crisis personal, matrimonial y social es muy diferente. No queriendo desvelar el desarrollo de ambos filmes, una cosa se puede dejar clara. Mientras que para la pequeña producción belga la situación es un problema real, vital en el sentido más literal de la palabra, en otra la situación se puede más o menos solventar con la inyección de un pequeño millón de dólares de los suegros. En una el crudo realismo lo inunda todo, en la otra la trivialización de la situación la convierte en un mero thriller con un argumento propio de un telefilme, aunque evidentemente mucho mejor resuelto y plagado de buenos diálogos, interpretaciones y atmósfera tensa, lo cual no deja de ser su intención.

Pero en resumen, dos buenas películas diametralmente opuestas, antagónicamente desasosegantes y equivalentemente interesantes.

¡Sigue existiendo, fiesta del cine!



sábado, 20 de septiembre de 2014

Los profesionales del turismo

Finales de septiembre. Se acaba el verano.

Puede ser que te encuentres en varias situaciones. Acabando las vacaciones. O empezándolas. O de vuelta desde hace mucho tiempo porque hiciste tu descanso en temporada alta. O "ahora te tomas las vacaciones y después ya no vuelvas porque no te renovamos". O directamente desempleado.
Y también puede que hayas viajado. 
Tuvimos una semana de vacaciones hace un par de meses y salimos volando. Servidor llevaba casi dos años sin disfrutarlas. Nos fuimos a Italia y no paramos de caminar por Roma, después viajamos a varias ciudades de Sicilia y a unos cuantos lugares verdaderamente remotos. Y allá donde íbamos, en mayor o menor medida, nos topábamos indefectiblemente con alguno de los integrantes de la especie dominante de cualquier verano.
Están por todas partes, pero sólo algunos reúnen todas las condiciones para llegar al grado de excelencia necesario que les pueda otorgar el tan inalcanzable título y reconocimento.

Donde esté una buena autofoto que le den al "selfie" de móvil
Calzado cómodo, planos y mapas avanzados de cualquier lugar, cámaras de fotos tanto compactas como réflex, en ocasiones con extraños accesorios. Pantalones con abundancia de bolsillos. Planificación hasta el extremo personalizada, no dependiendo para su desarrollo de guías turísticos. Sonrisa. Gemelos poderosos tras años de utilización. Ropa que pudiendo parecer ridícula está cuidadosamente escogida para cada situación, sin importar lo que pueda aparentar. Mochilas de todo tipo, chubasqueros y paraguas incluso cuando nadie sabe todavía que va a llover. Gorros, viseras, gafas de sol. Botellas de agua. Móviles libres con tarjetas de prepago funcionales de diferentes países. No les importa lo que la gente crítica opine de ellos, pero respetan y protegen todos los lugares que visitan y a las personas que en ellos viven; no obstante es su hábitat durante unos días del año, así que lo cuidan con esmero.

Sandalias con calcetines blancos, máximo estilo
Y arrugas. Y años. Muchos años de haberse curtido con la experiencia acumulada de haber viajado en cualquier situación y con los más diversos medios de transporte y presupuesto, a cualquier lugar, en cualquier época del año y bajo cualquier circunstancia climatológica. Los mirábamos con admiración, dudando de si algún día podríamos llegar ser como ellos y ascender al olimpo de los dioses de las vacaciones, a la élite viajera, al podio, aunque fuese en el bronce. 

Al inalcanzable mundo de los Profesionales del Turismo.






domingo, 7 de septiembre de 2014

Ministerio de trabajo y ministerio de cultura; abolición del horario partido comercial

Hay una petición que está cobrando fuerza en Change.org.

Manuel J. es un trabajador de Barcelona. Desde hace años, a causa de la crisis y la coyuntura socioeconómica, ha venido trampeando de empresa en empresa y de puesto en puesto, unos mejores y otros peores. Sintiéndose afortunado por tener trabajo, ha tenido que anular vacaciones durante más de dos años. Pero se ha dado cuenta de lo peligroso para el cerebro que resulta su actual monotonía. Aquello que se llama "horario comercial completo". Partido de lunes a viernes y trabajando también los sábados, quedándose todos los días en torno a media o una hora más de lo acordado por el mismo precio. Haciendo el trayecto que le separa de casa al lugar de trabajo veintidós veces en seis días, empleando para ello alrededor de once o doce horas por semana. Una maldición que, llegando a casa a las diez de la noche, le impide hacer otra cosa más que trabajar, volver, comer, dormir un rato y con un poco de suerte ver a su pareja una hora al día. Cortarse el pelo, leer un libro, ver una película o socializarse es un reto, pasar tiempo de calidad con amigos y pareja, imposible. Sus neuronas se están atontando. Cada día parece no existir y sólo el domingo puede hacer algo interesante. Como él miles de españoles y españolas, agradecidos por tener empleo, sufren esta monotonía; el miedo a quedarse en el paro les obliga a aceptar cualquier condición laboral. Y viven en un país cuyos horarios no tienen ningún sentido. Pero además de sobrevivir hay que vivir. Por eso os pido que firméis esta petición dirigida al Ministerio de Trabajo y al Ministerio de Cultura. Horarios racionales para ser más felices, compaginar vida laboral y personal, ser más productivos y competitivos como otros países europeos han hecho o llevan años haciendo. Crear más puestos de trabajo con horarios intensivos para hacer que tanto trabajadores como clientes del sector servicios no tengan que predisponer sus vidas a las horas de apertura y cierre. Y que la gente pueda seguir estudiando, formándose, tener ocio, tener vida.

Bueno, como veis no es una petición real de Change.org. Y también como veis es la única entrada que escribo desde abril, creo, por los motivos citados anteriormente. Y por eso también mis temas son más aburridos; porque mis neuronas están adormecidas, mi mente se está atontando progresivamente, las palabras se van perdiendo y la inspiración es difícil de encontrar. Y el tiempo, sobre todo el tiempo, corre en mi contra.



lunes, 21 de abril de 2014

The amazing Histaminic-Man


A Peter Parker le picó una araña y se convirtió en Spiderman. Bruce Wayne se enfrentó a sus miedos a los murciélagos y tras vencerlos se tornó en defensor del pueblo. Tony Stark tuvo nosequé problema con unas cuantas radiaciones y míralo por ahí revoloteando a velocidades supersónicas más feliz que nunca. Y así decenas de tipos que deberían haber muerto renacieron como poderosos. Así que he decidido tomar ejemplo. Dominar mis miedos. Desafiar las leyes de mi naturaleza. Desoir los consejos de médicos y expertos y de la voz interior que me impide, entre otras cosas, tirarme en paracaídas o subirme a un monopatín . Sí; he decidido mirar a los ojos a uno de mis peores enemigos y enfrentarme a el. Mi némesis. Un ser que desde que llegué a Barcelona ha intentado expulsarme. "Es mejor que abandones la ciudad", llegó a decirme un matasanos hace siete años. "No camines por el Eixample en primavera", recomendó un experto años después. Y siempre está ahí. Acechándome desde las aceras. Envolviéndome con su temible sombra. Escupiéndome su tóxico veneno cuando, incauto, me tomo una cocacola o me fumo un piti sentado en un banco. Ya está bien, hombre. Ya basta. 

¡Por mucho que te lo propongas no lo vas a conseguir!
¡Te venceré, arbol plátano!

Por eso me he rodeado de los mejores expertos; un laboratorio misterioso que ha generado una fórmula magistral con extracto de ácaro y platanero, un estereotípico buen médico bigotudo y amable al que visito cada seis meses y una curtida enfermera del Raval que me inyecta el milagroso y arriesgado producto. Y como no te temo me siento en un banco y me tomo una birra y un ebastel bajo tu sombra, burlándome de tu poder...¡necio! 
Y por eso, para más inri, me he ido a vivir a una casa cuyo balcón está a menos de cinco centímetros de decenas de tus afiladas ramas, cortantes hojas y explosivas bolas de polen. De casualidad, claro. Porque hay que tener en cuenta que esos hechos que convirtieron a tipos simplones en superhéroes fueron accidentes en la mayoría de los casos.

¡No te tengo miedo!
¡Soy Histaminic-Man!






domingo, 6 de abril de 2014

Migración, portabilidad y otros eufemismos telefónicos que windows no reconoce como palabras

Últimamente ha habido muchos cambios en mi vida. Positivos. Aunque una entrada de blog no da para explicar tantas cosas seguidas y tampoco es cuestión. Como me he propuesto retomar la constancia en esto de escribir algo que se me ocurra de vez en cuando, voy a hacer unos breves apuntes aleatorios sobre lo que sea y a ver si así pillo algo de carrerilla.
Así que de momento me voy a referir a uno de estos cambios: compañías de telecomunicaciones.

Resulta que he cambiado de trabajo. De una compañía de telecomunicaciones a otra. Y también me he cambiado de operador de telefonía móvil. Y de línea de internet. Y de tarifa, y de todo. Y resulta que ninguna de estas coincide entre sí. O sea que he conseguido en menos de un mes cambiarme de compañía telefónica cuatro veces, lo cual creo que es un récord, si añadimos también dar de baja una linea de adsl en un piso y habilitar otra en otra. Un récord personal y creo que universal, porque decidme si es fácil darse de baja, de alta y todas estas cosas sin perder la compostura, el sueño, los nervios o como mínimo el tiempo. La verdad es que estoy bastante arriba en este aspecto.

El otro día un señor mayor y algo despistado me preguntaba qué es una migración. Ya que tengo en mente a muchas personas de mi círculo que por trabajo o por amor o por ambos o por ninguno han hecho las maletas y han ido o venido de aquí, allá o acullá o viceversa, y que voy diciendo por ahí que soy sociólogo, le dije que una migración es cuando una persona viaja de un país a otro para residir temporal o indefinidamente. El hombre me dijo que si no es capaz de cambiar la hora del reloj ni del móvil -motivo por el cual entró en la tienda-, mucho menos de desarrollar con éxito las gestiones necesarias para viajar. Así, fuera de contexto no tiene ningún sentido. Pero como la sociología no es lo que en este momento tengo que aplicar a mi buena competencia laboral y el correcto desarrollo de mis funciones, y dado que la respuesta la tenía que dar mientras me encontraba dentro de una tienda de telefonía y el comercial era yo (ese era el contexto), he añadido que en esas circunstancias en las que me preguntaba, la palabra migración, de hace unos años a esta parte, también significa pasar de tarifas de tarjetas de prepago y recarga a tarifas de contrato mensual dentro de la misma compañía. Y que le sale más a cuenta, he añadido. También le he explicado que si viene desde otra compañía si se cambia a la mía sería una portabilidad lo que estaríamos gestionando y no una migración. El hombre se ha quedado muy contento con la explicación y además ha conseguido que le cambie la hora al móvil. Creo que ya he excedido el límite moral de comas en estas cinco líneas anteriores, así que esta será la última del párrafo.

Espero que con tantos cambios de argot laboral que he tenido los últimos años no se me olvide lo que las palabras originariamente significaban. Como seguramente no tenga mucha coherencia interna esta entrada en particular y siempre intento que lo que digo al principio o en el título se correspondan con el final, mencionaré que yo mismo he hecho un par de migraciones; de trabajo desde el centro de Barcelona hasta Hospitalet y de casa desde el centro también hasta el barrio de Sants. 
Y que he realizado con éxito unas cuantas portabilidades de objetos y muebles diversos.




martes, 4 de febrero de 2014

American hustle: ir con pinta de los setenta y nada más

Resulta que eres ultrafan de Christian Bale y Bradley Cooper siempre te ha parecido un tipo majo y enrollado, desde la serie Alias, con sus gafitas y su pringadumbre hasta esa peli de hace un par de años o así cuyo título en inglés no recuerdo y que en castellano es algo que no tiene nada que ver, "el lado bueno de la vida", de las cosas, o algo así (en fin, que me gustó esa película, me pareció lo más acercado a una comedia romántica pero con no demasiado almibar). Y el chico está de moda en los últimos año
¿Y por donde iba? Ah, sí, Bale. Ese chaval "un-fucking-believable". Gordo, flaco, cachas, sílfide, cuasicadáver dependiendo del guión. Un poco sonado según dicen algunos. Un crack. Siempre he pensado que tiene más o menos mi edad, después de ver cuando era pequeño Empire of Sun, pero resulta que el tipo me saca unos años. Y siendo Batman, y John Connor y otro puñado de personajes aunque menos adolescentemente icónicos increíblemente interpretados. Me podría pasar horas y líneas alabando sus bondades, para resumir que cualquier cosa en la que aparezca ya merece ser vista.
Y luego, el director, David O. Russell. Vale, el lado bueno de las cosas, de la vida o de lo que sea a algunos no les gusta. Pero The Fighter, nada más y nada menos que con el bueno de Bale en un papelazo increíble y un inesperadamente convincente Wahlberg... peliculón. También aparecía por lo visto  Amy Adams, pero ni me acuerdo.

Así que imagínate, añades unas cuantas nominaciones a los oscars, metes a estos buenos actores, le pones a la Amy Adams un montón de vestidos diferentes pàra intentar que sus pechos también sean un actor secundario, haces que Bale se abone a la fritanga y consigues que le salga un tipazo estilo Torrente  y le colocas a todo el mundo gafas de sol molonas y trajes guayongos de los 70. Además, te curras un cameo muy interesante.

Y claro, uno va con un par de amigos al cine con bastantes expectativas, el mismo día del estreno según sale del trabajo, cansado, corriendo, esperando ver la película del año o una de las mismas. Uno ni se ha sentado y ha invertido nada menos que nueve eurazos en la película.

Y resulta que la cosa flojea de ritmo, que las canciones están más que manidas, que todos son majos y hay amor en el aire. Pero que no es lo suficientemente divertida como para que te rías todo el tiempo; ni lo suficientemente trepidante para mantenerte en tensión, ni lo suficientemente seria como para que padezcas por los personajes, ni lo suficientemente romántica para emocionarte en nada. Se queda a medio camino entre cualquier género. Se queda fofa. Aburre a veces, y te da pena que con tan buen material un guión flojo y una edición sosa lo conviertan en una película del montón.

Y que sea sólo eso, gente que va con pintas de los setenta y nada más.



martes, 21 de enero de 2014

El Lobo de Wall Street. Primera entrada del año, y ya ves, cine tenía que ser

"Alocada, disparatada, hiperbólica, histriónica, desagradable, crítica. Perfectamente realizada y tremendamente entretenida...". Mientras lo pensaba y escribía, comprendí que era una película demasiado grande como para sólo dedicarle un tweet. No había forma de resumirlo en tan pocos caracteres.

El caso es que el idilio que los últimos años mantiene Scorsese con Di Caprio a veces es algo excesivo. Demasiada obsesión, demasiado amor. El setenta o el noventa por ciento de sus últimas películas contienen fotogramas en los que sólo aparece Don Leonardo. Imagino que para quien lo aborrezca puede ser un suplicio. Y para quien visione la película en su versión doblada al castellano, con la típica voz de preadolescente con la que le castigan, una tortura por partida doble. 
Pero el asunto es que el tipo siempre está impresionante. Que se gana la confianza del espectador, que su actuación siempre es impecable. Y Scorsese normalmente recompensa el buen hacer de sus colaboradores con su fidelidad, como hizo en los buenos tiempos de De Niro, o como siempre ha hecho con la imprescindible e impresionante montadora Thelma Schoonmaker. Scorsese, reuniendo a los mejores guionistas, actores y en general, profesionales, siempre es capaz de crear esos personaje llamados maldito-cabronazo-hijo-de-la-gran-puta (por ejemplo en inglés podría sonar "yufaquinmadafaquacoqsaca"); carismáticos capullos que maltratan a todo el mundo, que te enganchan con sus ambiciones perversas, mezquinas intenciones, malos modos, convicción en sus acciones, seguridad en sí mismos, poder casi absoluto durante mucho tiempo sobre el bien y el mal. Que te hacen reír y sentirte casi culpable por ello al al instante. Hacen posible que un megalómano putero, politoxicómano, ultramaterialista y ultracapitalista, como es el caso del protagonista de esta película, te provoque asco y sonrisas a partes iguales. Y grima.
Tres horas de sexo, drogas y rock and roll que se pasan en un abrir y cerrar de ojos gracias a un ritmo y una narrativa ejemplar. Por mi parte, si hubiese durado otra hora, tan tranquilo. La pega que se le puede poner es que a veces es algo desagradable, es decir, no es para todos los gustos, pero Scorsese nunca lo ha sido (quitando ese encantadora pieza metacinemática que es Hugo). Y otra leve pega, en todo caso, es que la historia y su desarrollo, sus altibajos y el trayecto que hace la película, si lo pudiésemos poner en un gráfico -así como su narración en primera persona- pueden recordar demasiado a, por ejemplo, Goodfellas, una de mis películas favoritas de todos los tiempos, y supongo que la de mucha genteEn lugar de mafiosos tienes a brokers estrafalarios y alocados de los ochenta. Eso sí, igual de sociopáticos y tan al margen de la normalidad, tan adictos a los excesos. Sus pistolas son teléfonos. Usan dólares en lugar de balas para hacer el mal.

Pero no os la quiero destripar. Sólo recomiendo que la vayáis a ver, y no hay queja que valga; el miércoles muchos cines han puesto sus entradas a menos de cuatro euros. Así que si alguien está en un bar a punto de pedir una caña y unas patatas bravas fritas con aceite mil veces reciclado, con las que le suelen timar, que no las pida y hala, rumbo al cine.