viernes, 31 de octubre de 2014

La fiesta del cine y "drama social" de dos películas seguidas diametralmente opuestas

No me voy a quejar con lo de la fiesta del cine. Pero podría decir que ahora que se ha vuelto tan mainstream y que va todo el mundo es un suplicio aguantar todas esas colas y todo ese ruido y toda esa gente que va con palomitas y con los niños. Pero en fin, es un oportunidad ofertosa que cualquier amante del cine que no quiere arruinarse no debería dejar pasar. Y que reservando la entrada por internet al mismo precio se puede conseguir evitar los inconvenientes. Así que no me voy a quejar.

En esta ocasión sólo he asistido a dos proyecciones. En el cine Renoir Floridablanca de Barcelona, en versión original. Una pequeña película belga con una reconocida actriz internacional a la cabeza; una más ambiciosa película estadounidense con un típico actor "novio de América" (hace unos años) como protagonista.
La intención en taquilla de ambas no es la misma, está claro, y no tienen nada que ver. Una es Dos días, una noche y la otra es Perdida. Pero voy a intentar sacarles similitudes en cuanto a sus características como drama social actual, aunque una sea más bien un documental actuado y la otra un claro thriller psicológico. Ambas, una europea de bajo presupuesto y una superproducción tienen como uno de sus elementos integrantes la crisis, como llamaríamos aquí, o la recesión, como llamarían allá. En una es claramente el protagonista, en otra un personaje más. En Dos días... la protagonista ve su mundo tambalearse al tener que intentar convencer a sus compañeros de que si rechazan la paga extra podrá mantenerse su puesto de trabajo, mantener su casa, sus hijos y poder llegar a fin de mes con su marido. En otra, el protagonista es el marido de una mujer desaparecida, en una relación que hacía aguas después de que ambos se quedasen sin trabajo y sin ambición.
Pero en los dos casos el concepto de crisis personal, matrimonial y social es muy diferente. No queriendo desvelar el desarrollo de ambos filmes, una cosa se puede dejar clara. Mientras que para la pequeña producción belga la situación es un problema real, vital en el sentido más literal de la palabra, en otra la situación se puede más o menos solventar con la inyección de un pequeño millón de dólares de los suegros. En una el crudo realismo lo inunda todo, en la otra la trivialización de la situación la convierte en un mero thriller con un argumento propio de un telefilme, aunque evidentemente mucho mejor resuelto y plagado de buenos diálogos, interpretaciones y atmósfera tensa, lo cual no deja de ser su intención.

Pero en resumen, dos buenas películas diametralmente opuestas, antagónicamente desasosegantes y equivalentemente interesantes.

¡Sigue existiendo, fiesta del cine!