jueves, 20 de noviembre de 2014

Interstellar. Con el bueno de Matthew no se echa tanto de menos a Christian Bale en las pelis de Nolan

Seguro que ya se ha dicho mucho de esta película. Seguro que hay por ahí muchas críticas con argumentos encontrados. Personalmente me ha gustado mucho, creo que es una de esas que revitaliza e implementa seriedad al género de la ciencia ficción tan estropeado últimamente por, por ejemplo, carísismos robots que se convierten en coches. Creo que tiene un buen guión, unas grandes interpretaciones, un diseño y un ritmo muy buenos, una música y unos efectos especiales adecuados sin ser los protagonistas de la historia. Y que mantiene la línea de su director, el siempre regular en la calidad Christopher Nolan. Me encanta este tipo.

Pero sobre lo que quiero expresarme ahora mismo es sobre su protagonista.

Y es que queda claro que Matthew McConaughey está en gracia, tras abandonar definitivamente su poco productivo look guaperas surfero. Este cachas playero ya está enterrado muy profundo con joyas como True Detective, actuaciones soberbias como la que pepetra en Dallas Buyers Club y otras extrañas e interesantes y pequeñas películas (ver la en momentos perturbadora Killer Joe). La década de los años 10 está siendo hasta el momento muy fructífera para este crack.
Aunque haya tenido esa laguna curricular en su irregular carrera, ha sabido aprovechar con creces su extrema delgadez, su faz de alcohólico acabado, su potente y profunda voz y su gran capacidad para desarrollar personajes de tipo deprimido y desgarrado para llenar un hueco importante que había disponible desde hacía algo de tiempo en Hollywood y alrededores.
Ahí lo tengo, en mi top de actores idolatrados, como a ese pedazo de Chris Bale, con quien compartió cartel en Reign of Fire, hace ya unos años, donde ya por primera vez demostró que no sólo podía ser el niñito rubio y mono candidato a "novio de América".
Y con su última interpretación en Interstellar no ha hecho más que ratificar lo que ya sabíamos. Hace posible que nos creamos su personaje, que padezcamos con su tristeza, que nos alegremos con su felicidad, que nos melancolicen sus recuerdos, a fin de cuentas, que nos emocione su interpretación y su personaje nos parezca real. También es cierto que los papeles que le han ido tocando o que ha ido seleccionando últimamente están tan magistralmente escritos y encajan a la perfección a sus hechuras. Todo ello, entre otras cosas, y gracias a encomiables trabajos en equipo, posibilita que nos zampemos una película de tres horas como si nada. O que se mantenga la tensión en un film de más de ocho horas que sucede prácticamente en el interior de un coche o de una oficina con larguísimos diálogos filosóficos (que es como puede denominarse a True Detective más allá del simplón sustantivo "serie").

Así que muchas felicidades, Matt, y gracias por tu trabajo. Mantente así y esperemos que tu reinado continúe siendo exitoso y duradero. Queremos volver a verte.






No hay comentarios:

Publicar un comentario