Típico mapa del tiempo de La1 con desaparecidas grandes capitales |
El aire acondicionado portátil adquirido a finales de junio está siendo rentabilizado, algo que seguramente sabremos con mayor certeza y menor alegría cuando nos llegue la factura de la luz en la cuesta de octubre. Pero las paredes, literalmente, ardían. Un día pusimos una postal de unos pájaros reposando en las ramas frondosas de un olivo y al volver por la noche a la casa no encontramos más que unas alitas de pollo tiradas por el suelo. Fritas en aceite de oliva. Y la postal casi vacía, con un fallecido y resquebrajado olivo en primer plano y unos matojos dando vueltas sin aparente control en el horizonte. Nos las podríamos haber comido pero no somos muy carnívoros. Además habíamos dejado una pizza. No encendemos el horno, porque ni se nota. Es mejor dejar una pizza ahí en la mesa cuando salimos y que se vaya haciendo, y así cuando llegamos está estupenda.
Ya el domingo en la playa, la sombrilla se fija al suelo perfectamente. Está fabricada con el mismo material que el terminator modelo T1000 y al fundirse el metal con el calor volcánico y mezclarse con la arena, llega a un punto en el que es muy dificil separarla. Llevábamos agua congelada en una neverita textil pero al abrir la botella sólo queda un poco de vapor que intentamos absorber. Y de las cervezas mejor no hablar. He sacado un cigarrillo pero se lo ha fumado la atmósfera antes de que el encendedor se le acercase. Está el último en el suelo en llamas, de todas maneras.
Pero me he venido unos días a Salamanca, unos no coincidentes con las vacaciones de mi pareja, con unas sandalias y unos pantalones cortos y alguna cosa veraniega más. Y resulta que esta noche ha hecho 9ºc.
Así que sigue habiendo ganas de verano.
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