viernes, 12 de julio de 2013

De repente, un verano

Desconozco cómo puede haber sido esta transición estacional en las ciudades en las que vivís, humanos; solo puedo hacer mención de lo que ha ocurrido en Barcelona y alrededores.
Parece que fue ayer cuando salía del trabajo en Cerdanyola del Vallès con guantes y capucha o gorrete, dando saltitos y exhalando vapor, muchas veces con paraguas, esperando el tren y comentando con mis compis la jornada y el frío que hacía. Sería diciembre, enero. Por ahí era invierno. Sí, los gorretes y los guantes dejaron de llevarse, los paraguas se mantenían a la espera de órdenes. Se supone que empezaba la primavera, recuerdo el día de su inicio perfectamente. Realmente hacía buen tiempo, solete, y tuiteé algo así como "hace sol, tengo trabajo y me estoy comiendo un falafel buenísimo en una terraza. Me encanta Barcelona". Incluso añadí una foto del susodicho falafel, sus patatas y su coca-cola:


primavera en Barcelona
Barcelona, 21 de marzo de 2013

Pero fue un espejismo de un par de jornadas. El ejército de edredones permanecía en sus puestos y la gente en sus casas, abrigada, veía Game of Thrones y demás series y pelis invernales, y  observaba con perplejidad que la primavera aparecía tímidamente uno o dos días cada semana. Los alérgicos, para su desgracia, se percataban de ello, no obstante. Y se supone que el después empezó el verano. Era inexplicable que en Barcelona sólo los turistas pensasen que era un día estupendo para ir a la playa. El cuarenta-de-mayo-no-te-quites-el-sayo nunca apareció y atemorizados, los habitantes de la ciudad contaban con que el verano ya no existiría. Never again.
Y catapum, de repente un día es verano. Un extraño. Los cuerpos de los barceloneses y sus mentes no han tenido tiempo de aclimatarse. Los de los turistas sí, a sus castigados cuerpos les importa un bledo todo, tanto ponerse rojos como cangrejos como tatuarse varios versículos de la Biblia o pimplarse diez botellas seguidas de tinto de verano don simón. Los alrededores de la torre en la que trabajo están rodeados de esta curiosa especie. Pero a la gente común le ocurre lo que sucede cuando te subes en una nave espacial, eso que hacemos todo el mundo todos los días un par de veces, y tienes que pasar primero por la cámara de despresurización y equilibrar la presión atmosférica para salir al espacio o visitar algún planeta sin que te salga volando la cabeza o te revienten los ojos, o hagas una implosión con las evidentemente fatales consecuencias. Esas cosas que sabemos que pasan. Pues bien, aquí no hay cámara de despresurización y la semana pasada el clima nos chafaba, nos atontaba, hacía nuestros movimientos más torpes y nuestros pensamientos más espesos. Pero bueno, parece ser que esto del verano, aunque ayer volviese a llover, va tomando forma. 


verano en Barcelona
Barcelona, 12 de julio de 2013

Y también ese bronceado tipo mosaico, con piezas blancas, rojas, marrones y rosas que mucha gente, incluído servidor, porta.
Y se intuye, ya a mediados de julio, que al fin en Barcelona tendremos uno de esos veranos normales y corrientes de toda la vida, que empieza en agosto y termina en noviembre.



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