viernes, 14 de junio de 2013

En tiempos del Metal

Mediados y finales de los años noventa. 
Una época oscura y confusa para cualquier preadolescente, adolescente y postadolescente. En realidad para estos grupos de edad cualquier época es confusa, no especialmente los noventa. Eran tiempos de playstations 1 para los sumamente afortunados, nintendos 64 para los medianamente afortunados, megadrives para los algo afortunados y nada para los desafortunados. Tiempos de juegos de rol, de figuritas de plomo, de literatura fantástica. Tiempos de heavy metal. De power metal. Una época dorada para los freaks, por ponerles algún nombre (a partir de aquí, cuando veáis la palabra metal, que suene como si la sílaba tónica fuese la de "me", ¿vale?, también ignorando las normas de las tildes. Es decir, "Métal").
Yo no era especialmente asiduo a este tipo de cosas, aunque el neblinoso recuerdo me impide ver a qué era especialmente asiduo. Bueno no, sí que me acuerdo. Mi freakness era sobre todo relativa a cine y series, a sacarle el máximo partido al mejor invento del siglo XX, el VHS. Policias de Nueva York, Urgencias, Expediente X. Demolition Man y Tango y Cash siete veces seguidas hasta saberte los diálogos. Qué tiempos aquellos en los que veíamos series sin versión original, en 4:3. En los que había que esperar una semana para saber lo siguiente, esa bella tensión, el aguante de siete días, esas sensaciones que ahora parece que nadie quiere tener en detrimento de "pues si en USA hoy lo están viendo todas esas personas pagando toda esa televisión de calidad por cable y en HD, yo tengo el derecho a verlo mañana, gratis, con subtítulos y quejándome". Ese "i want it all and i want it fucking right now and free".

En fin, pero centrándonos en el metal. Por aquello de que los hermanos con poca diferencia de edad pretenden diferenciarse, intentan olvidar la infancia tan presente, intentan deshacer ese oscuro pasado ochentero en el que llevaron un corte de pelo casi idéntico y una ropa peligrosamente similar... pues eso, en esos años noventa mi hermano pequeño era una erudito, una institución en estas disciplinas de rol, figuritas, metal y novela fantástica, desde Tolkien a Pratchet pasando por Asimov y... no sé, ya he dicho que yo no era asiduo de estos temas. El caso es que yo no intentaba que me gustasen sus cosas y el intentaba que no le gustasen las mías. Desde el respeto, supongo.

Pero mira tu por donde, resulta que este último año he vuelto a sentir eso de "ir al trabajo en tren o en metro". Qué bonita sensación, por cierto. Una cosa que llevaba tiempo sin experimentar, sobre todo por dos razones: el no tener un trabajo o el tener un trabajo tan sumamente cerca de casa que no daría tiempo ni a ponerse los auriculares (qué tiempos dorados, también esos...). Algo hay que hacer mientras se llega al centro de trabajo. Leer no es una opción cuando hay demasiada gente y un inminente transbordo, y cuando el peso de la mochila o "bolso-de-esos-que-parecen-de-mujer-pero-que-en-realidad-son-de-hombre" no quieres que sea excesivo. Y dependiendo de a qué es a lo que te dediques no es suficiente con tomarte un café. No es suficiente con quedarte plantado en el metro o en el tren, a veces durante tres cuartos de hora o más y escuchar viejas canciones de Johnny Cash, Megadeth o Enrique Bunbury, o Pantera. Te hace falta algo que realmente te cargue las pilas antes de sentarte y ponerte a teleoperar, por ejemplo. Algo que te levante el ánimo. Te pones los auriculares, cuanto más cerrados posible, para escuchar al detalle la música. Y para no hacer caso de las adolescentes gritonas, de ese tipejo  con la gorra mal puesta y el pantalón por debajo del culo que pretende hacerte ver que el riguitón es lo mejor del mundo, de los acordeonistas, de los que hablan de tus series a gritos y te hacen spoiler, de ese señor que está medio loco que con el volumen de su áipad a todo trapo está viendo un capítulo todos los días -puede que incluso el mismo- de "the bing bang theory". Es entonces cuando se hace necesario un estimulante que haga desaparecer todos esos insoportables inputs: el speed... ¡el Speed Power Metal!

Qué mejor para despertar, por ejemplo, que esto: 


(Sí, vaya pintacas, diréis. Vaya pelánganos. El caso es que en esa época del metal que os contaba, más bien un poco después, mi hermano tenía el pelo corto y yo iba por ahí con melena, abrigos, barbas y botas, y mecheros zippo. Y luego además cuando gané algo de pasta en un par de trabajillos veraniegos me compré una guitarra clásica y una eléctrica. Y resulta que el metal era él.) 
O para ir "cabalgando" en el metro con:




Sonidos fuertes y positivos, tipos que se emocionan tocando, cuyas guitarras son extensiones de su cuerpo -dejemos de lado cualquier interpretación fálica-, todo eso, en fin, y que transmiten buen rollo, potencia, positivismo, energia desbordada pero bajo control. Y levantan a un muerto, vamos. A veces intentamos olvidar las chorradas que pueden llegar a hacer en el escenario, permitiéndoselo por las maravillas que hacen con la guitarra, con la batería o con sus agudos inalcanzables:




Imagínate cómo sería tu vida si pudieras ir por ahí con esos pelacos, y con cien mil tipos y dos o tres tipas delante coreando tus canciones, o haciendo esos riffs tan brutales, siendo un dios del metal, en definitiva. Como siempre, los mejores guitarristas son los de metal y los de flamenco. No es que me lleve comisión de cada disco que vende Dragonforce. De hecho no he comprado ninguno pero si hiciesen un concierto en España sin duda iría a verles. O en Francia. Lo darán, pero demasiado lejos. Y es que resulta que últimamente tengo canciones suyas en la cabeza todo el rato. Y para dormir, Stratovarius, unos ídolos, claro está, que dominan varios formatos, incluido ese que podríamos llamar "gaylord slow metal", con cancionacas como "Forever" o "When the mountains fall". A continuación pego el único vídeo que he encontrado con la suficiente calidad, es una versión "how to play" con explicación en portugués y no es un patético "fan made" con fotos de flores en powerpoint y subtítulos con faltas de ortografía.





Y eso que yo en los noventa pensaba que eran unos cutres metal italianos con acento raro, que sólo tenían un par de canciones, (por ejemplo "Black Diamond") y resulta que son unos cracks finlandeses que llevan tocando desde 1984 y que también aparte de power metal hacen cosas tipo "música renacentista", que quedaría perfecta en un capítulo, por ejemplo, de Game Of Thrones (ahora que medio mundo y no sólo los freaks está flipando con este pedazo de serie).
Mi hermano ya se ha olvidado de todo ésto del metal, pero tendré que contactar con él para que me recomiende temazos de tiempos pasados.

En fin, que menos chorradas, menos postureo hipster, menos canciones con los cuatro acordes de toda la vida tan fáciles de interpretar incluso por alguien que no es músico. Menos cantantes pop cuyas voces son completamente alcanzables. Y más virtuosismo. Y más metal.











jueves, 6 de junio de 2013

El día de los trastos (no me vengas con milongas)

Radio reloj despertador Philips aparentemente intacto y destruido internamente
Hace tres días era el día de los trastos en el barrio, en el Raval. Ahí en el recibidor esperaban una desvencijada caja de gato, un calentador de agua abollado y en desuso y una par de chufas más que habría que haber dejado al lado de la portería hace unas semanas. Y me he acordado del último día que dejamos cosas en la calle. Eran una destruida y antigua alfombra y un radio-reloj-despertador Phillps de los años noventa que marcaba las horas que le daba la gana y que llevaba un par de años almacenado, además de una cajonera puede que no del ikea o puede que sí, visiblemente rota. En principio al lado de la puerta del edificio está bien dejarlo tirado con apariencia de recogido, pero justo antes de que la obsoleta alfombra y el vintage radiorrelojdespertadorphillips aterrizaran en suelo callejero, un simpático señor negro en la cincuentena, de amplia sonrisa, con acento mitad cubano mitad paquistaní me avisó de que si lo dejábamos ahí le echásemos un ojo porque seguro que nos lo robaba alguien. Le dije que no pasa nada, que son chufas rotas que no sirven para mucho y que son para abandonar en la calle hasta que aparezca el conveniente camión de recogida. Entonces dijo que se lo quedaba, así que le di las cosas que como ya he dicho ni tan solo llegaron a tocar el suelo. Y también antes de que sus dedos tocaran los inminentemente reciclables productos, otro señor sin amplia sonrisa e inexpresivo, sin decir nada, intuyo que de oriente medio por su atuendo, se acercó y empezó a forcejear extrañamente con el hombre con el que yo estaba hablando. Y seguía sin articular sonido alguno, solo tiraba de esos preciados productos catalanes y ponía cara de culo al sonriente caballero del inicio de la escena. Le expliqué que el señor afrocubanopaquistaní había llegado antes, que tranqui, que de buen rollo, y le mostré las características incomparables de la nueva alfombra que se podría llevar sin coste alguno. Las características eran "es bastante cutre, está sucia y vieja y creo que rota, te aviso...". Parece ser que se quedó contento porque aunque siguió sin emitir palabra cargó la alfombra sobre el hombro y se fue con viento fresco.
Y ahora viene la moraleja. No te quejes de que en el trabajo no te dejan ver el facebook o rabies porque ya no te dan tickets restaurant, o porque esos zapatitos o zapatillas de pseudodeporte tan preciosas que te compraste desde el ordenador de la empresa no te sirven y los tienes que devolver. No me digas que tu vida es una mierda, no me vengas con lloros porque el café gratuito de la máquina no es tan bueno como debiera o porque la señora de la limpieza no te saluda, o porque el metro no te gusta. O porque sales cinco minutos después de la hora. Quéjate si quieres un poco antes de que estés forcejeando con otro tipo por llevarte las basuras que alguien deja en la calle. Y no me vengas con milongas.





jueves, 16 de mayo de 2013

Unos tipos matándose y tu sonriendo y haciéndoles fotos, pedazo de imbécil

Vas por la calle. Vuelves andando tranquilamente a casa desde tu nuevo trabajo, así que estás más o menos contento. Como el resto de los días has vuelto en bicicleta esa tarde quieres ir caminando para ver aproximadamente cuánto se tarda en llegar a casa y cuál es el mejor camino. Y así de paso exploras la zona. Es de día, hay sol. Es primavera. Eres alérgico al polen del árbol plátano, que de Barcelona las calles están llenas. Alérgico al del olivo, al de las gramíneas. Pero bueno, te suenas de vez en cuando y ya está. Es un buen día.
Unos tipos juegan al baloncesto en una cancha cerrada. No diré el origen étnico de los tipos para que los prejuiciosos y la gente que generaliza no piensa nada en contra. Si acaso, que se quejen de la especie humana ("¡humano tenía que ser!"). 
En fin. Al tema. 
Pues resulta que ha pasado algo durante el juego por lo que dos de los jugadores, que se supone que son amigos entre sí, o al menos conocidos, empiezan a discutir. En menos de cinco segundos se están dando puñetazos en la cara y en donde se pillan. Uno tiene unos 35 años, otro unos 25. Y los dos son tipos violentos y duros. Tipos curtidos en mil batallas, parece, y más que agresivos. Y están muy nervisosos. No te quieres meter en líos, pero vas y te acercas sorprendido de ver a sus colegas que no hacen nada por separarles. Les increpas instándoles a ello. Un grupúsculo de turistas angloparlantes con caras enrojecidas y canas allá donde conservan pelo pasan por allí y se ríen, te enseñana su dentadura perfectamente alineada y antinaturalmente blanqueada, y empiezan a hacer fotos de la situación, como si estuviesen en el zoo. Les dices "they are fighting hard, it´s not a joke" o algo así. Aquí sí que es importante decir el aspecto; no puede ser que un adulto, es decir, alguien con canas, se ria cuando ve una pelea y se ponga a hacer fotos. Piensas que este anormal necesita una dosis de realidad en primera persona,  y no creerse un cosmopolita y un viajero por hacer fotos de todas las miserias humanas que se encuentra en sus viajes. Te sientes mal pensando que quieres que le ocurra algo horrible. El caso es que nadie separa a los dos tipos, y en tu mente siempre te montas películas y secuencias extrañas; llevas años viendo o leyendo escenas de ficción de macarras peleándose, y alguna que otra en la vida real, y tu cerebro siempre va a lo siguiente. Y lo siguiente siempre ocurre, desgraciadamente. Así que el más joven de los combatientes sale del recinto y pasa por tu lado. Tiene algunas magulladuras, la camiseta rota y sangre en la boca. Está muy alterado. Va directo a una papelera. El mayor de los dos mientras tanto ha quitado la cadena de su bici, que no es de plástico o de goma, ni tiene un recubrimiento ni nada. Es metálica, con eslabones fuertes, grandes y duros, incluso algo oxidados. Y la blande como si fuese una espada o un nunchaku o algún arma del estilo. Como digo que ya has visto muchas películas temes que el que va a la papelera busque algo metálico para usar como navaja. Y va y lo hace. Aplasta una lata de coca-cola y le da forma hasta convertirla en algo con lo que poder rajar carne humana de manera fácil y eficiente. Pasa por tu lado otra vez, y aunque te da un poco de miedo, le dices, "no tío, deja eso". No te escucha y tampoco te hace caso. Puede que ni tan sólo repare en tu presencia (piensas "afortunadamente") y vuelve a la cancha. 
Entonces tienes cuatro opciones:
a) Como un ser inhumano, indiferente, insensible y por supuesto cobarde, hacer como que no te enteras de nada y dejar que se den un paliza entre ellos con seguramente malas o peores consecuencias. Seguir el día tan tranquilo y contárselo a un colega como una anécdota sin más transcendencia. 
b) Como un racista de mierda -perdón por la expresión, pero es el calificativo más aproximado a la realidad- decir aquello de "mejor, que se maten entre ellos". Rascarte con satisfacción la barriga o tus partes bajas y encender un puro de la victoria. Contárselo a tus amigos mientras te tomas una carajillo de magno.
c) Como un imbécil, reírte y hacerles fotos. Explicarle a tu mujer, que está comprando ropa por el centro, lo pintorescos que son los barrios de la ciudad a la que habéis viajado. Enseñarle las fotos mientras, sentado en una terraza de la Rambla, te tomas una jarra de un litro de cerveza y otra de sangría y comes "tapas típicas" a las 11.30 de la mañana. Tu mujer, por cierto, se está comiendo un filete de un kilo y una coca cola zero para no engordar.
d) Como una persona normal buscar algún policía o representante de la ley, encontrarlo enseguida, indicarle dónde está ocurriendo el asunto y explicarle la situación para así evitar un innecesario baño de sangre. Irte a casa un poco asustado y triste pero contento contigo mismo.
No hace falta pensar mucho para saber cuál es la opción correcta, ¿verdad?



martes, 7 de mayo de 2013

Algo de mucho, nada de todo

01. Exterior/Tarde. Barcelona.
El tipo camina por la calle a la búsqueda de una librería competente en cuanto a dependientes y variada en cuanto a material en el centro de Barcelona. En la cabeza tiene dos autores relacionados con la ciudad y sus entrañas: Francisco Casavella y Manuel Vázquez-Montalbán.

02. Interior/Tarde. Fnac.
Plano medio de el tipo, que busca en las estanterías de ejemplares ordenados con el absurdo sistema de categorización que tienen este tipo de establecimientos y no encuentra nada de su agrado. Un único tomo con aspecto de usado de "el dia del Watusi". De mal usado, maltratado. Un libro que nadie ha amado. Con mueca de desconcierto y decepción, y pena, en primer plano, el tipo sale de plano.

03. Interior/Tarde. Fnac.
Plano general. El local está abarrotado. Plano medio de el tipo, que hace cola esperando su turno en un punto de información de la macromicrolibrería. Sabe que allí hay de todo, pero no sabe la cantidad de cada cosa, ni la calidad de la misma. Pregunta a la dependienta, que teclea tras una obsoleta pantalla de ordenador.

EL TIPO: Hola, venía buscando un libro que no encuentro tal como están ordenados. No se si tiene algún órden lógico.
DEPENDIENTA: Dime.
EL TIPO: Francisco Casavella. El Día del Watusi.
DEPENDIENTA: ¿Con be o con uve?
EL TIPO: Con uve.
DEPENDIENTA: No me sale nada. ¿Es Catalán?
EL TIPO: Es de Barcelona de toda la vida y escribe en castellano de toda la vida.
DEPENDIENTA: Entonces está en la sección de libros en catalán.
EL TIPO: Nunca ha escrito nada en catalán.
DEPENDIENTA: Sí, pero como es catalán entonces está en la sección català, donde están los que escriben en catalán, da igual escriba en castellano. Si no está ahí, en català,  es que no hay nada. Ahí, en català, en català.

Me ahorro el resto de secuencias porque podría ser un cortometraje sumamente aburrido. Resumiendo; el tipo fue después a la librería Catalonia, donde recordaba que la última vez que quiso comprar un libro de uno de esos autores allí tuvo la suerte de encontrarlo. Observó con pena que la librería, abierta en 1924, había cerrado, estaba destruida  no existía y el local estaba en obras. Hasta le hizo una foto al triste asunto.

El tipo siguió subiendo hasta Casa del Llibre, y no había ningún ejemplar de los autores citados. Y si lo había estaría en una sección oculta. Todo lleno de pensamientos oportunistas de economistas, paseos por Barcelona de actores, títulos soces de presentadores de telebasura y biógrafos de futbolistas que se creían escritores. También cientos de ejemplares del mismo libro con letra gigante y un formato de edición fingidamente grande. Pero nada de esos dos reconocidos, premiados, estupendos y fallecidos escritores afincados en vida en Barcelona.El tipo siguió subiendo más aún, hasta esa librería relativamente pequeña que hay cerca del Hotel Casa Fuster, ese edificio tan chulo en el que sin duda el tipo se hospedaría un par de noches si dispusiese de chófer para el Mercedes y un par de Aston Martin sin chófer para los momentos de ocio. Ahora mismo no recuerdo como se llama la librería, pero me encomendaré a San Google y al beato Maps: Llibreria Roquer Jardinets, se llama. Recomendable librería del mundo real, de verdad, cuyos propietarios y dependientes saben algo de literatura (más que uno, aunque tampoco es decir mucho) no un simulacro con ebooks e ipads. El orden de las estanterías, eso sí, sólo está en sus cabezas. Conocían evidentemente a ambos autores, e incluso tenían alguno de sus libros. Conclusión: inexplicablemente, cuanto más pequeña es la librería y menos stock disponible, más variedad contiene. Y si alguna vez quieres comprar un libro aleatorio y quieres encontrar algo de mucho y nada de todo, ve al impronunciable Fnac, y tus impulsos primarios de compra sin criterio serán aplacados.








viernes, 26 de abril de 2013

Game of Chromes

Igual uno se hace viejo. Al parecer surgen algunas arrugas patagalliles cuando sonríe - lo cual es positivo, eso es indicativo de que sonríe- y las canas van aumentando sin prisa pero sin pausa en número y nivel de blanqueamiento. Los adolescentes le llaman de usted a uno aunque por suerte no le ceden el asiento en el metro o el autobús  lo cual es reconfortante. Eso sería el acabose, lógicamente. Las cosas a las que jugaba de niño ya no existen y los libros que lee son de autores descatalogados o muertos, o las dos cosas. Uno escucha música de dos o tres grupos o cantantes que cree recientes y que a nadie le suenan de nada. Y que además no son recientes. 
Por eso el otro día me hizo ilusión ver que en el mercado de Sant Antoni había cierto respeto a las tradiciones ochenteras (apunte para quien no viva en Barcelona; todos los domingos hay un mercado muy grande y cuco a la vez, de libros usados, posters, friqueces varias, a precios extremadamente competitivos y donde se pueden encontrar algunas rarezas y cosas interesantes). Como hacíamos mi hermano pequeño y yo hace unos 25 años, había un grupo enorme de niños intercambiándose cromos. Es interesante ver que todavía, con tantas series, videojuegos, artilugios táctiles y relaciones pseudosexuales extremadamente precoces, algunos niños mantienen el espíritu de sus ancestros y van con toda su inocencia -que siempre debería caracterizar a la chavalada- al mercado, con sus padres y sus álbumes de la liga o de Pokemon o Naruto o Justin Bieber o cualquier otro personaje ficticio o de plástico que esté de moda ahora entre los preadolescentes. Y los cromos -palabra que ya habría olvidado si no fuese por el navegaor-, como hacíamos de enanos en el parque, aquellos cromos, por ejemplo, de la liga de futbol profesional 85´- 86', seguramente de marca panini. Y al final resulta que uno no es tan viejo.Y que todavía quedan cosas de ese extraño mundo de analógica y medieval infancia en el que crecimos. Porque mientras haya gente -chavales, que queramos o no también son gente- que mantenga nuestras costumbres obsoletas con naturalidad y sin anacronismo, sin hacerse los vintage, estaremos todavía lejos de la decrepitud.




viernes, 19 de abril de 2013

Señor Wayne, con Ferrero Rocher nos ha realmente conquistado

Bruce Wayne había organizado por Halloween una de esas pomposas y multitudinarias fiestas para recaudar fondos destinados a causas benéficas. Había invitado a todo el mundo. A gente notable de diversos ámbitos. Era una fiesta de disfraces y como requisito principal y obligatorio hizo constar en la invitación que todos se vistieran de algún superhéroe. 
Por razones obvias, Alfred era el único que no se había disfrazado, pero sí los camareros, que llevaban todos el uniforme oficial de soldados del imperio de Star Wars. En las fiestas de la mansión Wayne no se reparaba en gastos. El Maitre vino ataviado con un traje muy profesional de Darth Vader, incluido un distorsionador de voz. Los camareros estaban algo aterrorizados. No era el plan. Al parecer hubo una confusión en la empresa de catering pero ya era demasiado tarde para deshacer el asunto. Así que los soldados imperiales deambulaban por el gran salón llevando y trayendo copas de licores variados, altramuces, anacardos y otras cosas de categoría para picar. Y todo marchaba viento en popa, a toda vela, además.
En fin, era como ese Halloween en el que ET podía salir a la calle sin temor a ser descubierto. Es el único día en el cual todos los monstruos y extraterrestres podrían salir a dar una vuelta sin ser cuestionados o perseguidos. Pero claro, resulta que a la fiesta acudieron superhéroes reales. Para no ser identificados construyeron auténticos disfraces basados en sus trajes de trabajo. En la mansión Wayne todo el mundo se divertía. Se limitaban a reir, beber, fumar y charlar, pero no usaban ninguno de sus poderes (excepto flash en un momento en el que el baño estaba ocupado y se fue a orinar detrás de unos arbustos al enorme jardín, pero lo hizo tan deprisa que nadie se percató de ello). Hasta el Maitre se animó con el karaoke, cantando algún tema de Johnny Cash que le salió a la perfeccción.  La fiesta estaba siendo todo un éxito.
Evidentemente el Sr. Wayne se había disfrazado de Batman, pero lógicamente con un vestido de un diseño antiguo y descartado que le sobraba y que había sacado de un armario del ikea que tenía en la batcueva. Era un traje muy simple, un boceto podría decirse, sin kevlar, fibra de carbono o accesorio alguno. Para no dar el cante. También a la fiesta acudió alguien disfrazado de Hulk, de Iron Man, de Magneto, del profesor Xavier,... pero resultó que muchos de ellos eran reales. Eso sí, en la fiesta había pocas mujeres; el mundo del superheroísmo es algo machista. Las pocas que había estaban encantadas, eso sí, porque otra cosa que tienen los superhéroes es que suelen ser gente cordial, inteligente, guapa e interesante. Todos con disfraces basados en sus auténticos atuendos. Eran libres, nadie sabía quién era quién. 
Pero Superman cometió un fallo. En lugar de ponerse unos calzonzillos rojos cualquiera -los de nochevieja, por ejemplo- encima de los leggings azules y las botas rojas de agua del decathlon que había preparado, llevaba unos calzoncillos con unas siglas bordadas. Eran muy pequeñas y nadie se percató de ello. A excepción del Bruce Wayne, siempre atento al detalle (y el único que no estaba borracho ya que era el anfitrión y quería estar pendiente de que todo saliese según lo planeado). Bruce se fijó en las  diminutas siglas. Las letras eran claramente una C y una K. Sólo hubo que atar un par de cabos. Todo encajaba. Recordó que menos ese día se notaba que Superman siempre tenía muy buenos diseños en sus trajes, con tejidos de gran calidad y resistencia. Se veía que el tipo era una profesional de la moda, aparte de su tarea habitual de autoproclamado defensor de los débiles, claro. CK. Por fin Bruce Wayne descubrió la verdad, la identidad secreta de Superman: Calvin Klein.





domingo, 14 de abril de 2013

Probando, un, dos, probando

Todos los cables correctamente conectados. El audio, bueno. El volumen, el adecuado. Los sistemas parece que funcionarán sin inconvenientes y a pleno rendimiento. La voz está en buen estado. Horas de ensayo durante meses. Cada día una actuación, larga, de horas. Muy profesional. El público no siempre está receptivo, sus reacciones nunca son en absoluto predecibles. Y a veces cambia el orden de las canciones, o incluso se improvisan temas nuevos. Cada día uno tiene que dar lo mejor de sí mismo. Puede que las ventas disminuyan, puede que en el directo la convicción no sea la suficiente, o que salga diferente a lo esperado durante las pruebas. El micrófono ajustado, no demasiado cerca ni demasiado lejos. Los instrumentos correctamente afinados. En breves instantes empieza el concierto. Todos en sus puestos. Afina la garganta. Aclara la voz, carraspea un poco. El audio está abierto. Segundos de incertidumbre y empieza el show.
Entra la primera llamada.




lunes, 1 de abril de 2013

Currículum Pisae



Barcelona, ya sabes que nos queremos mucho. La verdad, mi relación contigo viene siendo larga e intensa, ya va para siete años. Y tiene sus crisis pero nos soportamos y al final hacemos un par de cambios y siempre las resolvemos. Me das muchas cosas unas veces y otras me las quitas, y de pronto hay personas que te abandonan y se marchan a lugares a cientos o miles de kilómetros, aunque después vuelvan. Bueno, parece que los últimos tiempos la gente no te aguanta, o no les das lo que necesitan (por ejemplo, trabajo...). Pero aquí me tienes a mi, semper fidelis, como dicen esos marines de las pelis yanquis, reseteándome para una nueva temporada. He vivido durante estos últimos años en tus extremidades en nueve partes distintas. En Les Corts, Sants, Sagrada Familia, Gràcia, Penitents,... pero ahora me voy a trasladar a tus entrañas, a tu corazón, desde donde seguramente te entenderé mejor. De hecho creo que hoy soy el único del barrio que habla en tu idioma nativo, incluidos los funcionarios públicos, y eso que he venido desde Castilla profunda. 
¡Eso sí, en esta nueva temporada trátame bien!


domingo, 3 de marzo de 2013

Billy Low Profile Criminal Doe



Billy Doe es un tipo cutre, de eso no hay duda. 
Es un criminal de perfil bajo, un choricillo de baja estofa y de mala ralea. Pero también es un tipo peligroso. Su apellido lo dice todo. De hecho, se lo puso él mismo; al parecer el que tenía originariamente no era lo suficientemente interesante. Es un tipo a quien no le importa nada ni nadie. Según cuentan, su infancia -aunque nadie sabe nada ciencia cierta demasiado sobre su pasado- al parecer fue complicada, y se escuda en ello para sus fechorías. 
Siempre cabalga sobre su imaginaria montura con la ceja levantada y la otra recta, desafiante y misterioso. A veces viste una camiseta normal y corriente con algún logotipo de lo más estándar y unas zapatillas de deporte de lo más inofensivas. Sus cabellos dorados, a veces engominados, a veces al viento, le confieren un aspecto de inofensivo adolescente. Otras con un sombrero texano, otras ataviado de forma ridícula y las menos de manera amenazante, desde que empezó a tener negocios y asuntos turbios y se hizo con un par de armas blancas y un par de armas negras, comenzó a representar un problema por esos mundos fronterizos de westerns imaginarios llenos de cactus y esos burruños vegetales que van dando vueltas por el desierto a la mínima que aparece una ligera brisa. 
Billy Doe, alias "Low Profile Criminal", viene siendo un auténtico quebradero de cabeza para el ocasional y extraño representante de la ley Peter Texas Skater Surfer Punisher desde que apareció en el condado -seguramente huyendo de algo- con su banda de malhechores. Precisamente porque es un tipo temperamental y poco concreto, porque sus actos nunca obedecen a una lógica de manual de criminología y porque sus movimientos imprevisibles y carentes de sentido alguno mantienen en vilo a la reducida y poco cuerda población a la que Peter Texas intenta proteger.



lunes, 18 de febrero de 2013

The Fotoprix Walking Dead


Uno de vez en cuando se tiene que hacer el DNI o entregar una de esas fotos grapadas a un currículo. 


A veces uno va y se hace la foto en casa a sí mismo, la recorta y la deja lista para pegar en documentos para enviar por mail, o adjuntar en alguna web de empleo, no para imprimir. Hace unos cuantos intentos y se queda con la mejor, que es bastante parecida a como uno se ve en la realidad o en espejo. Y luego con el photoshop se elimina el fondo de gotelé del salón para que no parezca que la cosa se ha hecho en casa. Y el tema queda por ejemplo así:













O así:













Otras veces uno va una boda, le hacen una foto con traje, la recorta y la aprovecha para el mismo fin:














Y uno se queda tan tranquilo y tan contento.

Pero otras veces a uno no le queda más remedio que tener una foto tangible y tenerla right now. Lo mejor es ir al fotoprix. Pero hay una importante descompensación. Al mismo tiempo que uno se va haciendo viejo, gordo, flaco, demacrado, moreno, pálido, raro o lo que sea,  la gente que van contratando en estas tiendas es cada vez más torpe, joven, lela y pringada. No es por generalizar. Seguramente la mayoría son bellísimas personas. Yo mismo trabajé en un fotoprix un tiempo hace unos años y la verdad es que me pareció bien. Mi jefe era un tipo muy majo que sabía de fotografía y yo dominaba todo el asunto y era perfectamente amable, eficiente y diligente con los clientes, todos los días iba al banco a hacer el ingreso de la caja, trabajaba mucho y cobraba poco pero en general todo estaba bien. 

Pero es muy raro lo que está pasando últimamente  Hace una par de semanas me tenía que hacer el DNI y siempre está bien llevar una foto con cara de presidiario para que quede como es debido. Bueno, y más que nada porque en el documento nacional de identidad todo el mundo, se ponga como se ponga, se esfuerce en parecerlo o no, siempre va a quedar con cara de terrorista. Y lo lógico entonces es forzar la expresión de malote por si luego apareces en algún cartel de "se busca". Más que nada para no hacer el ridículo; imagínate que ponen precio a tu cabeza y sales sonriendo como un panoli. Pero el chaval que me hizo las fotos era la bomba. No decía nada, ni hola, se puso a hacer quince, veinte fotos seguidas sin decir palabra. No le salían. Y era una cámara doméstica de lo más ramplona puesta en modo automático. Yo intentaba mirar al infinito y poner la adecuada cara de delincuente defenestrado. Al cabo de un rato me parecía estar en el ginecólogo y que ese tipejo fuese un estudiante de primero que estuviese mirando el horizonte a través de mi  vagina expuesta a las inclemencias atmosféricas. Y eso que no tengo. Que el doctor se hubiese ido un rato y le hubiese dicho "te puedes quedar aquí mirando un rato, a ver si aprendes algo, chaval".  A veces se me iba la vista a su amenazador granazo pultáceo a punto de reventar. Y pensando en que no tenía ningún sentido que yo haya intentado volver a trabajar en el fotoprix y en miles de tiendas de audio, vídeo  telefonía móvil, películas, libros... y no me hayan contratado, y que luego ese tipo tuviese trabajo cuando no sabía ni pulsar un botón correctamente, ni emitir un sonido inteligible, ni ser buen comercial ni tener una actitud positiva o medianamente resuelta. El mundo está muy mal. Luego vino su jefa, le miró con cara de "eres increíblemente torpe" o "me muero y no te educo" y le cambió alguna cosa de la cámara. El tipo hizo otras quince fotos seguidas. La jefa creo que seguía pensando "no sé por qué me habrán colocado aquí a este inepto". Imprimio el chaval las fotos y tardó tres minutos en recortarlas con un aparato que prácticamente las recorta solas en quince segundos.
Sí que es verdad que estoy algo demacrado, pero cuando vi la foto pensé que no me haría falta maquillaje para ser figurante en The Walking Dead. Y esos flashazos, madre mía... lo único que hizo el chaval fue ofrecerme una foto a tamaño portaaviones con ese jeto, a un precio totalmente desorbitado. Nunca había visto un dependiente más torpe y lento. Rechacé su oferta, lógicamente, pensando que si se me ocurre tener esa foto en grande y enmarcada y dársela a mi madre, se pensará que soy heroinómano o que he caído bajo los efectos de un atentado con arma bacteriológica y que me quedan quince horas de vida. Luego vino la jefa o encargada y me ofreció repetir las fotos tras ver el desaguisado y lo deprimente del resultado. Le dije que no importaba porque para el DNI ya va bien tener ese careto de demacrado.
El incremento de la decrepitud sumado a la bajada en picado de la calidad de las fotos ocasiona una terrible progresión. Podría hacer un gráfico pero esto es más obvio:




Shit!

Yo quiero volver a ser el chaval jovial de la primera, o al menos el señor gordaco de la segunda. Pero es que de verdad, la última me da escalofríos.
Viendo ésto tendré que tomar una seria determinación y seguir unos ejercicios adecuados y una dieta muy estricta, recomendada por nueve de cada diez nutricionistas alrededor del mundo. Ahora mismo me pongo a ello y me voy a la playa a que me dé el sol de febrero de pleno y en breve empezaré a ingerir donuts, a ver si el asunto funciona.





domingo, 20 de enero de 2013

Peter Texas Skater Surfer Punisher


Hace poco, en los segundos que pasan entre llamada y llamada, he tenido la gratísima y crasa oportunidad de reencontrarme con mi viejo amigo Peter. 
Antes no tenía nombre, era solo un hippie surfero esquizofrénico mitad buen rollero y mitad justiciero apocalíptico far west, en ocasiones sheriff de un pequeño pueblo, en ocasiones representante loser de una ley poco concreta, en ocasiones cazarrecompensas. Y a veces sólo filósofo. Sea por lo que fuese -nunca me lo explicó demasiado bien, pero ya tendremos tiempo de hablar- las circunstancias en su vida le llevaron por desdichados caminos y derroteros desconcertantes. Reparte paz y mala leche a partes iguales, y uno nunca sabe si está de broma o en serio. Cree ser un tipo duro, y muchas veces lo consigue. 
Al parecer el Karma no era siempre agradecido con él; por eso en Texas era muy difícil encontrar buenas olas. Y sin embargo, en el mundo irreal y el tiempo atemporal en el que Peter vive lo que sí que abunda son los cuatreros y los malhechores. 
Enfundado a veces con un poncho, otras con una camiseta trasnochada y bermudas o pantalones amplios o incluso faldas con mucho vuelo, portando espuelas a pesar de no tener caballo, siempre con su cinta en el pelo, con esa barba y melena largas pero extremadamente limpias y sus gafas de no demasiado sol, Peter Texas Skater Surfer  Punisher cabalga sobre sí mismo bajo un sol cegador y de justicia y reparte justicia ciega  y soleada, siempre con una extrema moralina que hasta a él mismo sorprende. 
Nunca defrauda y habitualmente lleva en sus virtuales alforjas un gran cargamento de buenas palabras y unos cuantos y ofensivos insultos para cualquiera que se cruce en su camino. Y cuando las cosas se ponen feas es un tipo al que uno podría confiar su vida y sus bienes materiales más queridos. 
Pero en general, la vida es dura para el bueno de Peter.


sábado, 5 de enero de 2013

La maldición de la peli francesa


Haré una descripción lo más objetiva posible de los sucesos paranormales que acaecieron en los alrededores con respecto al buen cine francés los últimos días del 2013 y el primero de 2013, uno de esos días cutres y extraños.

Domingo 30 de diciembre. Hora indeterminada de la tarde. Cines Verdi, Barcelona.
"De rouille et d'os"  (De óxido y hueso). 
Esperada película de un director -Jacques Audiard- con muy buenas credenciales. Sus dos anteriores obras, masterpieces, digamos. Marion Cotillard por fin en una película francesa otra vez. Le tenía mucha manía al Verdi porque van muy de guays, las salas hace años eran una chufa y es el cine más caro de Barcelona. Y además nunca tienen entradas numeradas, supongo que para que parezca que siempre hay colas para todo y la expectación sea mayor. Y porque cuando preguntas si pondrán Harry Potter te dicen que ellos no hacen cine comercial. Al parecer "Avatar" no es cine comercial, porque sí la programaron en su momento. Pero ahora les estoy dando otra oportunidad porque vuelven a estar cerca de casa, porque la proyección es digital y la programación es de calidad. En fin, a lo que iba. "De Óxido y Hueso". Romance dramático. Buena pinta. Diálogos buenos, calidad técnica impecable, actuaciones más que correctas. A mitad de la proyección, bueno, al cuarto de hora, la imagen se corta, el sonido sigue. Suerte que yo no entiendo demasiado francés -de mi amigo acompañante es su idioma nativo- pero la escena intimista se ha echado a perder. Vuelve la imagen después de unos gritos en la sala, en un punto avanzado del metraje. Se vuelve a unos minutos atrás. Se vuelve a chafar la escena. Avanza sin problemas la película. Se ve una teta en primer plano. Se vuelve a cortar. Vuelve a arrancar tras unos minutos. Vuelve a aparecer la teta. Sigue otro rato normal y otra vez lo mismo; vuelta a parar. Se encienden las luces. Al parecer nosequé generador ha generado que se genere un apagón generalizado. No hemos hecho la mili y hay demasiado general. Nos vamos. Ya si eso la otra mitad la veremos otro día, o por ahí, o nunca. Pero el mal ya está hecho.

Martes 1 de enero. Hora indeterminada de la tarde. Casa. Blu Ray Sony. Barcelona
"Besos robados". François Truffaut. Tengo esta película en un dvd. Igual no es el dvd original, pero siempre ha funcionado. La he visto varias veces y siempre va bien para la resaca una peli simpática y bien hecha, hecha con cariño. Todo listo, todos en su puestos. Menú, música, la cosa marcha. Play y ahí se queda. Probando en el ordenador, parece que la cosa va mejor. Play, empiezan los créditos y ahí se queda. Tras varios intentos fallidos probamos con "Domicilio Conyugal", también de Truffaut. También maja y apta para una resaca postnocheviejil. También la he visto varias veces. Ahora sí que va bien. Palomitas y panes de leche siendo ingeridos con tranquilidad. Por fin. Antoine Doinel subiendo y bajando escaleras corriendo. Cuando la película lleva una hora, inexplicablemente para y no hay forma de hacerla entrar en razón para que continúe. Tras unos cuantos intentos (desfibrilador, epinefrina, etc...) nos rendimos. Bautizamos la jornada como "El día más cutre del Año". Está claro que el destino no quiere que veamos buenas películas francesas, ya sea en una sala de cine, en casa en dvd, originales o no, al menos en los límites de un fin de año y un principio de otro. No hay manera. Estamos condenados a ver cosas prescindibles. 
Lo tendremos que volver a intentar. No hay que rendirse a la primera de cambio. Volveremos a pagar nueve eurazos si hace falta. 
Hoy que están a punto de venir los reyes magos vamos al cine a ver algo que la parecer tiene muchos premios de oro de diferentes festivales y que pinta bien para recibir globos y demás objetos también chapados en oro, con la entrada que amablemente nos dieron al habernos chafado el otro día, y miedo me da.