martes, 7 de mayo de 2013

Algo de mucho, nada de todo

01. Exterior/Tarde. Barcelona.
El tipo camina por la calle a la búsqueda de una librería competente en cuanto a dependientes y variada en cuanto a material en el centro de Barcelona. En la cabeza tiene dos autores relacionados con la ciudad y sus entrañas: Francisco Casavella y Manuel Vázquez-Montalbán.

02. Interior/Tarde. Fnac.
Plano medio de el tipo, que busca en las estanterías de ejemplares ordenados con el absurdo sistema de categorización que tienen este tipo de establecimientos y no encuentra nada de su agrado. Un único tomo con aspecto de usado de "el dia del Watusi". De mal usado, maltratado. Un libro que nadie ha amado. Con mueca de desconcierto y decepción, y pena, en primer plano, el tipo sale de plano.

03. Interior/Tarde. Fnac.
Plano general. El local está abarrotado. Plano medio de el tipo, que hace cola esperando su turno en un punto de información de la macromicrolibrería. Sabe que allí hay de todo, pero no sabe la cantidad de cada cosa, ni la calidad de la misma. Pregunta a la dependienta, que teclea tras una obsoleta pantalla de ordenador.

EL TIPO: Hola, venía buscando un libro que no encuentro tal como están ordenados. No se si tiene algún órden lógico.
DEPENDIENTA: Dime.
EL TIPO: Francisco Casavella. El Día del Watusi.
DEPENDIENTA: ¿Con be o con uve?
EL TIPO: Con uve.
DEPENDIENTA: No me sale nada. ¿Es Catalán?
EL TIPO: Es de Barcelona de toda la vida y escribe en castellano de toda la vida.
DEPENDIENTA: Entonces está en la sección de libros en catalán.
EL TIPO: Nunca ha escrito nada en catalán.
DEPENDIENTA: Sí, pero como es catalán entonces está en la sección català, donde están los que escriben en catalán, da igual escriba en castellano. Si no está ahí, en català,  es que no hay nada. Ahí, en català, en català.

Me ahorro el resto de secuencias porque podría ser un cortometraje sumamente aburrido. Resumiendo; el tipo fue después a la librería Catalonia, donde recordaba que la última vez que quiso comprar un libro de uno de esos autores allí tuvo la suerte de encontrarlo. Observó con pena que la librería, abierta en 1924, había cerrado, estaba destruida  no existía y el local estaba en obras. Hasta le hizo una foto al triste asunto.

El tipo siguió subiendo hasta Casa del Llibre, y no había ningún ejemplar de los autores citados. Y si lo había estaría en una sección oculta. Todo lleno de pensamientos oportunistas de economistas, paseos por Barcelona de actores, títulos soces de presentadores de telebasura y biógrafos de futbolistas que se creían escritores. También cientos de ejemplares del mismo libro con letra gigante y un formato de edición fingidamente grande. Pero nada de esos dos reconocidos, premiados, estupendos y fallecidos escritores afincados en vida en Barcelona.El tipo siguió subiendo más aún, hasta esa librería relativamente pequeña que hay cerca del Hotel Casa Fuster, ese edificio tan chulo en el que sin duda el tipo se hospedaría un par de noches si dispusiese de chófer para el Mercedes y un par de Aston Martin sin chófer para los momentos de ocio. Ahora mismo no recuerdo como se llama la librería, pero me encomendaré a San Google y al beato Maps: Llibreria Roquer Jardinets, se llama. Recomendable librería del mundo real, de verdad, cuyos propietarios y dependientes saben algo de literatura (más que uno, aunque tampoco es decir mucho) no un simulacro con ebooks e ipads. El orden de las estanterías, eso sí, sólo está en sus cabezas. Conocían evidentemente a ambos autores, e incluso tenían alguno de sus libros. Conclusión: inexplicablemente, cuanto más pequeña es la librería y menos stock disponible, más variedad contiene. Y si alguna vez quieres comprar un libro aleatorio y quieres encontrar algo de mucho y nada de todo, ve al impronunciable Fnac, y tus impulsos primarios de compra sin criterio serán aplacados.








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