jueves, 14 de junio de 2012

Joc de Trons: Cançó de gel i foc.


El cas és que a mi no m’acostumen a agradar aquestes sèries de llibres com d’adolescents, que podríem anomenar “d’espasa i fantasia”, però vaig veure fa poc la sèrie inspirada en les novel·les -que em sembla una producció molt més que bona- i vaig decidir llegir-ne una.  Vaig comprar el llibre el dia de  Sant Jordi, en una parada de la Rambla de Canaletes, suposadament per a la meva xicota, a qui també li agrada la sèrie... Però em va dir que més aviat li semblava un regal per a mi. Doncs clar, el vaig llegir i resulta que el llibre està prou bé, es molt fàcil de llegir i sempre hi ha intriga i tensió. Resulta força fàcil ficar-se en el món que explica. El llenguatge no es gaire complicat, per la qual cosa tampoc no avorreix. Els personatges estan molt ben escrits i les seves personalitats són profundes i complicades. El text se centra més en ells, els seus actes i diàlegs que en les descripcions, com sol succeir en altres llibres del mateix tipus, que es passen vint-i-tres pàgines per a dir com era tal o qual muntanya o riu o el que sigui. I així com crec que la sèrie no es recomanable per a tots els tipus d’ espectadors, i d’estómacs, el llibre és una mica més fàcil de digerir, perquè les imatges es queden fixades en el cervell, metre que els textos els podem interpretar més.

(Redacció per a 5è de català)


viernes, 1 de junio de 2012

Malditos Bastardos

‎"Hola Jordi. Soy Manuel de la selección de la mañana. He llamado a Luis, pero estaba conduciendo, así que te lo digo a ti por sms para no molestar. Me lo he pensado y no estoy muy convencido, no me veo. Así que prefiero no seguir y no haceros perder el tiempo. De todas maneras, muchas gracias"
"No hay de qué Manuel. Tampoco te veía para el trabajo y no estabas seleccionado. Q tengas suerte!"
Menudo imbécil. Cuando alguien te dice educadamente que no quiere ir a la fiesta a la que le habías invitado no tiene ningún sentido que le respondas "es igual, resulta que al final tampoco estabas invitado".


miércoles, 23 de mayo de 2012

Quiero ser artisto

Resurgido de mis cenizas después del revés sufrido a causa de una empresa fantasma que busca comerciales -a puerta fría, autónomos y sin sueldo- y disfraza su oferta de un puesto de trabajo real, me he hecho lo que a mi entender es una tortilla perfecta -no revelaré aquí los secretos de su fórmula- que me ha otorgado las fuerzas necesarias para seguir dignamente caminando por la tierra de los humanos. He seguido pensado que nunca más debería asistir a una entrevista para algo dudoso cuyos requisitos sean "edad entre 18 y 35 años", "no hace falta experiencia" y "atención al cliente". Al parecer ahora la expresión "atención al cliente" no es lo mismo. Yo pensaba que era tipo "dependiente" o "administrativo y trato con clientes". Pero significa perseguir a la gente, que no es ni tu cliente ni nada, para que te compre cosas, supongo que llamar a timbres de abuelas para timarlas con productos inútiles, que un niñito de 18 o 20 años que no se sabe hacer un huevo frito, con un traje que le queda fatal, sin ninguna experiencia ni académica, ni laboral, ni por supuesto vital, te diga que es "jefe de equipo" y que tu en tres meses también serás "jefe de equipo". Y qué mal actor, madre mía. 
Bueno, todo esto iba pensando de camino a mi cursito intensivo y cortito de actuación, mientras me decía a mi mismo, para cambiar de tema, de mayor quiero ser artisto.






lunes, 21 de mayo de 2012

Mi reino por un caballo

Al parecer, Ricardo III, si nos fiamos de Shakespeare, estaba muy desesperado cuando prometía su reino a quien le proporcionase un caballo. Yo como no soy de la nobleza, ni poseo reinos, ni un número después de mi nombre, ni nada que se le parezca, y lo único que busco es un trabajo decente, no tengo más que mi experiencia, mi motivación y mi vello facial. Lo más que puedo hacer, pues, para asistir a una entrevista en una dudosa empresa para un misterioso puesto en un inexistente departamento, es -aparte de ponerme ropa limpia y dibujar una sonrisa de terminator- afeitarme completamente, como en los viejos tiempos. Esos en lo que tus padres te decían que a las entrevistas hay que ir arregladitos e incluso con corbata, y tu les decías que qué bobada, que es mejor ir como uno es, que sí, un poco decente pero más o menos como uno se siente bien. 
Al grito de "mi pelo por un trabajo", y blandiendo una carpeta en la que enfundado se hallaba mi currículum actualizado, he tomado el tren en la estación de Magoria, nombre que parece propio de la Tierra Media, y he puesto valiente rumbo hacia un destino incierto y cruel en un polígono industrial dejado de la mano de los dioses. Los caballeros y damas que allí se daban cita, desconozco si eran valerosos, pero tampoco parecían pertenecer a la alta alcurnia, y sus decrépitas armaduras y pobres y desgarbados atuendos, aparte de su alicaído ánimo y mirada huidiza, me hacían confirmar mis peores presagios. Presagios ratificados después al aparecer un joven repeinado, ataviado con falsas sedas a juego con su sonrisa forzada y su apretón de manos de niña de cuatro años, que llamó a un niño de veinte años, sin experiencia, ni estudios, ni motivación, y a mi. Desenvainó rápido su bolígrafo. Nos explicó -después de felicitarnos por haber sido reclamados para tal acontecimiento- un cuento legendario en un despacho, dibujando sobre nuestros propios curriculums la historia del éxito de su misteriosa empresa y su persona, las grandes compañías que tenían como clientes, los osbtáculos que con magia y sabiduría deberíamos sortear si deseábamos ser tan felices como él. El rostro del niño que me acompañaba era de sorpresa; el mío de hastío. Ya había conocido a hechiceros y nigromantes similares con anterioridad. Pero ni tan solo era magia real, ni siquiera fingida. Si acaso llegaba a ser el despreciable arte ancestral del trilero. Así que educadamente expliqué que mi intención era encontrar un trabajo real, no el de un mundo de fantasía y colorines, princesas en apuros y dragones espantosos. Dijo que igual me reclutarían como Soldado Administrativo, pero que no confiase en ello. Al parecer, hordas de miles de seres desesperados pugnaban por tal puesto codiciado a las puertas del castillo.
¡Mi pelo por un trabajo!




lunes, 14 de mayo de 2012

La conflictiva edad de la viejovenez

Me he levantado prontito esta mañana para hacer los deberes de catalán que tenía pendientes. Los he terminado y me he puesto con los de un cursito de actuación que estoy haciendo. También, como cada mañana, estoy pensando qué es lo que quiero estudiar, a qué universidad ir el curso que viene. Buscando en Internet unos estudios cuyos horarios me permitan trabajar a la vez que me saco algún título. Y no sé, tengo dudas de hacia qué especialidad tirar. Igual también me apunto a inglés, o a chino. Me estoy sacando el carnet de conducir y hace poco que intento también aprender a ir en bici, una cosa pendiente de cuando era pequeño.
Vale.
Luego me miro. Sorpresa. Resulta que me han salido canas, barriga, barba. Más pelo. No me había casi dado cuenta, pero al parecer ya no soy joven. Por lo visto ya no aguanto de fiesta hasta las mil, y parece ser que hace muchos años que no vivo en casa de mis padres. Y que la vida es muy cara. Que las relaciones sentimentales son diferentes. Que resulta que sí, que estoy pensando más o menos lo que pensaba cuando tenía 18, 20, 24 años. Qué estudiar, qué hacer para mejorar, en qué puedo trabajar. Pero no, ya no tengo 18, 20, 24 años. Tengo 32 y muchos meses, y supongo que esta situación extraña y algo antinatural ahora mismo la estarán teniendo millones de personas muy parecidas a mi, que llevaban años trabajando en una cosa, que la cosa ha desaparecido, que tienen que volver casi a empezar de cero o a intentar aprovechar los restos de lo que había sido su vida cotidiana hasta hace poco. Que tienen que resetear, hacer una remasterización de sí mismos y recuperar el empuje y la vitalidad -o incluso añadir más- que tenían diez años atrás. Pero que ya no son jóvenes, y que tampoco son viejos. Están en una nueva edad que antes no existía y para la que nadie les había preparado. No es la edad del pavo, no es el síndrome de Peter Pan, no es la crisis de los cuarenta, no es la jubilación; es la conflictiva edad de la viejovenez.



martes, 8 de mayo de 2012

Correr para no llegar a ningún sitio

Llevo tiempo observando a estos seres. El cuerpo de los humanos ha evolucionado mucho más despacio que su cerebro; al parecer tiene que quemar de manera especial y adicional las calorías que con su vida cotidiana no es capaz de eliminar. En no la mayoría -donde los humanos no tienen acceso a alimentos o agua- pero sí en muchas partes del planeta, decenas, cientos, miles de individuos de esta especie se levantan cada mañana, salen de sus cuevas y empiezan a correr, correr, correr sin rumbo. Van ataviados con ridículas vestiduras apretadas, inhibidores de sonido externo llamados auriculares y en algunos casos distorsionadores de la percepción lumínica llamados gafas de colores. Sus poco eficientes fisiologías, en claro desajuste con el creciente desarrollo de su intelecto, han sido incapaces de adaptarse a los tiempos; no han sabido dejar atrás la época en la que eran nómadas, en la que necesitaban correr detrás de sus presas para cazarlas. Y mientras utilizan teclados y monitores de diversos tamaños, la grasa que se acumula alrededor de su abdomen, en algunos, y de sus cuartos traseros, en otros, siendo la antinatural práctica deportiva la única solución. Es más, ni siquiera aprovechan el correr para realizar gestiones o recados, ni para ir del punto A al punto B. Sólo corren porque sí. Algunos incluso trabajan para poder pagar un recinto en el cual correr sobre una cinta, al lado de otros seres de su mismo tipo con los que sólo intercambian educados saludos. Y después de años de observación me he percatado de que son la única especie que realiza tal insensatez. Los gatos, palomas, pollos o perros, menos avanzados intelectualmente, tienen suficiente con sus actividades naturales para mantener el cuerpo sano. Seguiré analizándolos; puede que dentro de unos cientos de años los gatos, palomas, pollos o perros consigan cerebros más complejos que les permitan realizar trabajos más intelectuales que físicos, utilizar la mente por encima del cuerpo, inventar cosas, utilizar teclados y monitores de diversos tamaños y sea necesario que los gatos, palomas, pollos o perros se enfunden un traje ajustado, unos auriculares y unas gafas de colorines y empiecen a correr, correr, correr en círculos sin dirección y sentido, asemejándose así más a los pobladores de mayor intelecto del planeta, los humanos.



De mayor quiero ser como Jackie Chan cuando era joven

Y es que Jackie Chan lleva mucho tiempo siendo viejoven. La verdad es que no tengo muy claro cómo es ahora exactamente, pero en mi recuerdo siempre ha sido un tipo majo, sanote, amigo de los perretes, los niños y las pibitas en apuros. El otro día -en uno de estos tiempos muertos de amo de casa en proceso activo y continuo de búsqueda de empleo- salí al balcón para tomarme un café y fumar un asqueroso cigarro de liar de un paquete sequérrimo abierto hace unos meses. Debería fumar más para que no se me secara tanto el tabaco. O más fácil, no fumar nada. El caso es que ahí estaba, en esta especie de parque debajo de mi casa, Jackie Chan. No tenía las gafas puestas, pero indudablemente era él. Evidentemente era oriental, tenía pelo negro y aplastado, baja estatura, sonrisa perpetua y sincera, ropa bastante desactualizada, por no decir vintage. Hacía cucamonas a un niño pequeño saltando y haciendo el tontete. Pensé "jo, yo de mayor quiero ser como Jackie Chan  cuando era joven" o "jo, si tuviese un hijo ahora estaría ahí abajo haciéndome colega de Jackie Chan". Pero luego me di cuenta de que no era él, sino una proyección de los noventa de su persona en un individuo normal. Me puse las gafas y la verdad es que ni siquiera se le parecía. Qué decepción. Apagué con bastante mal sabor de boca el asqueroso cigarro a medias y me metí dentro pensando que nos hacemos viejos demasiado deprisa.



martes, 27 de marzo de 2012

New Rose Hotel (Abel Ferrara, 1998)


Supongo que Walken y Dafoe nunca han hecho algo peor.

El caso es que tenía por ahí el dvd de esta película. La estaba reservando para una noche aburrida, en la que no pusiesen nada interesante... porque viendo el trailer, la verdad, no parecía gran cosa. Pero tenía la curiosidad por ver otra película de Abel Ferrara, que con sus más y sus menos, no es un mal director. Pues bien. Se supone que trata de dos tipos que hacen espionaje industrial y tienen que hacer no se qué exactamente con un científico japonés, que ha de ser seducido por una prostituta interpretada por Asia Argento. El que hace de japonés figura como actor, pero no sale en ningún momento a excepción de unos planos casuales y borrosos. Walken hace tonterías con un bastón como en el vídeo aquel de no se quién y dice un par de frases pseudo profundas. Dafoe enseña sus costillas. Argento enseña sus tetas. Se supone que pasan determinadas cosas con unos jefazos que no salen en ningún lado, y estos sucesos se mencionan, aunque nunca los vemos. Hay un par de diálogos intrascendentes que se desarrollan en interiores que parecen demasiado un plató (que si la garra por aquí, la garra por allá, que si polla, que si millones de dólares...). Y cuando la película lleva aproximadamente una hora y más o menos uno se va enterando de la trama, por simplona que sea, se empiezan a repetir escenas y frases varias veces y sin sentido, para explicar un suceso previsible que ya se entiende al primer flashback. Después de esa media hora infernal, se termina. Parece una broma, un timo, o que se quedaron sin presupuesto o sin actores y sin celuloide. O que se les olvidó el guión. O que se les quemó el material rodado y tuvieron que hacer un apaño con la edición. En cualquier caso, te quedas pensando que te han tomado por idiota.

Normalmente uno siempre encuentra -por lo menos yo- algo bueno en todas las películas, aunque sea un detalle, para valorar el trabajo de los que en ella han participado. Si no está bien el guión, a lo mejor lo están los actores, o la fotografía, o la banda sonora, o la ambientación, o los efectos especiales, o lo que sea. En este caso no.
En este caso, la palabra "decepcionante" sería poco para calificar esta película. Decir que es aburrida y sin sentido creo que también sería quedarse corto. Una de las definiciones más acertadas sería, si acaso "vaya pedazo de basura", o incluso "menudo montón de mierda".

Nota: 1


¡Cuidado, spoiler!:
"Que el japonés ya está en el bote", "al japonés le gustan las pilinguis morenas", "oye, que el japonés se ha muerto, me comentan que hay un virus por ahí". No sé para qué contrataron a este señor, la verdad, si el tipo prácticamente ni parece existir.







miércoles, 14 de marzo de 2012

Intocable (Olivier Nakache, Eric Toledano, 2011)

La película de producción local más vista Francia es ésta. Y en España, una de las de la saga "Torrente". Qué más añadir.


Y lo dice una persona que se ha tragado las cuatro películas de Torrente en el cine (la última en "sobrecogedor 3d"). Es triste que el récord de taquilla en nuestro país sea una cosa en la que domine la cutrez, la caspa y los cameos, (eso si cutrez y caspa bien dirigida), con un protagonista autodenominado fascista, machista y del atleti, y que en Francia, nuestros vecinos más cercanos, la comedia sea justo lo contrario. Porque "Intocable" es un ejemplo de comedia, una de esas películas en las que hay momentos en los que te ríes de verdad, y momentos tristes y realistas. Una película cargada de buenas intenciones y profundas emociones, para todos los públicos sensatos. Sensible pero sin caer en la sensiblería barata y de manual o en la cursilería gratuita. Y con grandes actuaciones en la versión original, miedo me da cuando veo anuncios con las absurdas voces de doblaje. Lástima que en la mayoría de las ciudades de nuestro país no existan los cines en versión original (otro atraso cultural). Y se agradecen también esos toques de drama social alejados de autocompadecencia, alegados de lo deprimente y que abundan en el cine español ("El truco del manco", me viene a la cabeza) o de lo directamente insoportable (los niños plastas y macarras de "siete vírgenes") o de "jo, que frustre, soy adolescente pero no tengo pasta para comprarme una moto y no pillo con ninguna tía" ("Barrio", como si todos los adolescentes tuviesen miles de motos y relaciones sexuales a mansalva).
En fin, una película muy recomendable que es preferible ir a ver sin recordar ninguna sinopsis -como en general es recomendable con todas, ya que las sinopsis suelen destriparlas y nuestra capacidad de sorpresa va desapareciendo-, y que, muy lejos de ser una típica comedia estúpida estadounidense en la que todos al final se casan por la iglesia, te deja muy buen sabor de boca.

Nota: 7





viernes, 9 de marzo de 2012

War Horse (Steven Spielberg, 2011)

Si Spielberg la hubiese llamado "Caballito Bonito de la Barbie", el título hubiese sido más apropiado.

Porque es inexplicable que una película cuya trama pensábamos inspirada en la Primera Guerra Mundial sea tan ñoña. Tan inocentona. Porque es extraño que un trabajo realizado por los responsables de "Salvar al Soldado Ryan" (Spielberg a la batuta metafórica, Williams a la batuta real, Kaminsky encargándose de la fotografía, y supongo que alguno más habitual de Steven) sea, no sé sin pretenderlo o pretendidamente, uno de los filmes más infantiles o adolescentes del año. Aun sabiendo lo que nos esperábamos, un amigo y yo (el resto de la gente se abstuvo sabiamente) nos dispusimos a verla en una de las salas mejor construidas, sonorizadas y acondicionadas de Barcelona, si no la mejor (no haré publicidad). La única pega de este cine es que las películas no son en versión original, y ya en el doblaje se intuía la ridiculez (los anglosajones hablaban "normal", los franceses hablaban "normal con acento francés" y los alemanes "normal con acento alemán", con lo cual las risas en los momentos dramáticos estaban más que garantizadas). Pero nos importaban más los aspectos técnicos en esta ocasión, que eran correctos, sin más. Y nos sorprendimos de la tremenda previsibilidad de la trama y de la poca sangre que puede salpicar en una guerra mundial. Los puntos fuertes de "Salvar al Soldado Ryan" eran aquí sus mayores defectos: la total ausencia de realismo, una dirección que podría haber sido la de cualquier otro, una música simplona e intrascendente, una fotografía en ocasiones ridícula... Y unas actuaciones cursis a más no poder, donde sólo había caballeros y buena gente, incluso en el fragor de las mínimas batallas que se presenciaban. Y que nunca se despeinaban ni se hacían rasguños aunque se cayesen del caballito bonito. Se notaba que era una película hecha sin demasiadas ganas.
Aun así, si tienes sobrinos, hijos o nietos de trece a quince años, ve a verla con ellos. Son los únicos que la encontrarán buena, y no lo digo con ironía. Realmente si tuviese trece años esta película me gustaría, pero cada vez que recuerdo a mi querido (es un decir) soldado Ryan y comparo el trabajo que las mismas personas hicieron con el que hicieron en War Horse, me es imposible pensar que sea una buena película. Aun así, le doy un seis por el esfuerzo, y porque también de vez en cuando está bien que se hagan películas ñoñas de caballitos bonitos para niños y niñas cursis y sus abuelitas.


Nota: 6





domingo, 13 de noviembre de 2011

Raquel busca su sitio (Serie de TV) (Varios, 2000)



Qué tiempos aquellos

Y es que han pasado doce años desde ahora que estoy escribiendo a cuando esta serie estaba en antena. Pero está siendo reemitida y a pesar de que no la estoy siguiendo recuerdo que me encantaba. Hace más de una década estaba yo empezando sociología, y esta serie, con trabajadores sociales y sus problemillas amorosos y laborales, sus casos con gente fastidiada, y esa música tan cursi y pegadiza, esos actores tan solventes...la verdad es que me encantaba. De hecho la grababa con mi fabuloso video de cuatro cabezales y a veces veía el capítulo dos veces. Sobre todo cuando estaba en algún momento de tontería, de desamor, de melancolía...me ponía la sintonía esta, me compungía con las cosillas que le pasaban a Leonor Watling, Nancho Novo, Cayetana Guillen Cuervo, Javier Albalá y sus colegas. Todos me parecían muy creíbles, muy amistosos, muy colegas y cercanos, y me daban ganas de ser trabajador social. Y me da pena que haya pasado tanto tiempo, que estos actores y yo mismo hayamos cambiado tanto, que hayamos dejado de ser jóvenes de verdad. No se por qué, pero cuando pienso en esta serie me suelo poner triste.

Nota: 7




jueves, 27 de octubre de 2011

Inscritos: 10. Vacantes: 40

    Interesantísima oferta -en serio, no es ironía tal y como está el mercado laboral- de trabajo: vendedor de electrodomésticos, audio y video en establecimiento de cadena de tiendas a nivel internacional. Jornada parcial, contrato temporal de tres meses. Nada que alguien acostumbrado a aparatos de vídeo profesionales, algo de experiencia de atención al público y con cierta soltura como yo no pueda hacer. En el momento de hacer la inscripción, sólo cinco solicitantes. En el momento de ver descartada mi candidatura, diez solicitantes para cuarenta plazas. Todavía no sé si es que domino menos matemáticas que un niño de seis años y no sé restar 40-10 o es que quien redacta este tipo de ofertas, publica y valora a los candidatos es -con todos mis respetos- retrasado mental. Rechazar a los trabajadores disponibles cuando nadie más quiere hacer el trabajo es una conducta, evidentemente, de imbécil.