jueves, 12 de julio de 2012

Récord mundial de velocidad

Han tenido el bonito y amoroso detalle de regalarme por mi cumple el carnet del bicing. Para quien no viva en Barcelona, hay que explicar, de manera simplificada, que el bicing es un sistema por el cual el usuario puede tomar prestada una bicicleta durante dos horas de un lado y devolverla en el mismo o en otro. Hay decenas de puntos por toda la ciudad y al haber mucho carril bici es un tema que triunfa bastante. Lo que pasa es que yo en mi vida habré montado en bicicleta tres o cuatro veces. La primera en París, cuanto tenía 17 años, en un sitio que se llama Parque de Sant Cloud, creo. Lo recuerdo bien porque la bicicleta que me dejaron tenía el sillín mál ajustado, en un bache se giró súbitamente hacia arriba y ya se puede uno imaginar dónde se produjo el dolor que me hizo saltar para posteriormente caer a la tierra, y maldecir todo lo maldecible. Es decir, que no es que sea Induráin, o Contador, o uno de estos ciclistas modernos cuyos nombres desconozco. Así que para mi era un verdadero reto estrenar el otro día mi flamante carnet en solitario, sin asistencia técnica ni asesoramiento personalizado de hermanos, novias o amigos. Una aventura sin parangón, vamos, y no lo digo con ironía. Me puse la camiseta de Iron Maiden y las gafas de sol. Supuse que la barba además me confería aspecto de tipo rudo y serio. Me subí en una. Fingí que estaba rota (aunque no estaba muy fina, la verdad); puse cara de duro y curtido profesional bicicletil y tras tambalearme un poco y optar unos metros por llevarla caminando, volví a fingir que estaba en malas condiciones. Me monté otra vez y subí y bajé (aunque no hubiese diferencias de altura) por el carril bici de la Gran Via de les Corts Catalanes, en una zona cercana a casa que no estaba abarrotada de gente y a una hora que consideré que sólo los locos pueden usar en verano para ir en bicicleta. Y a pesar del susto que podría darme el cruzarme con auténticos profesionales, el rebotar con baldosas levantadas, el que las velocidades no funcionasen, el que sin querer me fuese hacia la carretera y un camión, un autobús y un par de coches me pasasen por encima, y que el sillín pudiese girarse súbitamente y dejarme sin descendencia, enseguida batí el record que me ha costado 33 años lograr. Mi mejor marca personal y mundial de velocidad en solitario.



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