miércoles, 4 de julio de 2012

Ítems curriculumísticos que se quedaron por el camino

Hace muchos, muchos años, una estudiante de sociología paupérrimo pero feliz hacía lo posible por terminar la carrera, el ciclo de imagen y el cap, y yéndose a trabajar a la costa los veranos. Guiando gigantes y cabezudos. Cargando pesados bafles en conciertos. No tenía suficiente tiempo ni dinero para rellenar ítems curriculísticos. Después, el estudiante paupérrimo se fue a la Gran Ciudad. Tenía trabajos teleoperísticos que ocupaban el 90 % de su tiempo diurno en el cual no estaba realizando tareas básicas de mantenimiento y reciclaje corporal (alimentaciónismo, lavarropización, dormición, defecabilidad y orinismo). Comía cada semana la pizza de una franquicia diferente. El dinero no era suficiente. El tiempo menor. La gente se extrañaba de que no tuviese carnet de conducir, nivel de inglés, nivel de catalán, no fuese en bici, no tocase la guitarra correctamente, no supiese lo que es un coche o no hubiese visto el museo de arte contemporáneo. Tras ello consiguió un trabajo decente que ocupaba también un alto porcentaje de tiempo. Y su formacioncontinuísmo, sumado a la vida social, a veces requería el sobrante completo de tiempo obtenido. Finalmente, tras varios años y llegado el horario perfecto a un precio adecuado, tuvo tres meses de espejismo. ¿Tiempo y dinero suficientes para rellenar los vacíos curriculares?. No, por eso se llamaba espejismo. Y la realidad se llamaba Cifra Récord de Desempleo. Por eso en el último año, a su avanzada edad de casi 33 años, esa que no superaron con vida filósofos, guitarristas, actores y otros iconos, ha podido dedicar su tiempo a aprender catalán, aprender a ir en bici, visitar el museo de arte contemporáneo, trabajar gratis un rato, conseguir el máster en amodecasismo, encontrar el secreto de la receta de la tortilla sin huevo, descubrir sus alergias mortales y emplear cientos y cientos de euros de sus maltrechos ahorros a aprender a ir en un coche. Un peugeot 207, para ser exactos. El 13 de julio, y si no el 20 o el 27, descubrirá si los cientos, miles, fracciones de cientos de miles y millones de euros han sido suficientes para rellenar otro ítem vacío: el de la conduccionabilidad automovilistásica.



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