miércoles, 18 de julio de 2012

Que vuelva el verano

Es 18 de julio. En Barcelona hace calor. Los polos de la sirena y del consum, buenos, bonitos y baratos se agolpan en el congelador. Las plantas del balcón se están poniendo secas. Ayer fui a la playa y me quemé. Los bañadores y las toallas cuelgan y se secan en el safareig. Ahora mismo, hay gente que está por la calle tomándose cafés con hielos, tintos de verano y sangrías.
Pero no es bien bien verano. 
En mi recuerdo era una época en la que si te acercabas a la portada de un periódico, ésta estaba dedicada a las altas temperaturas. Salían fotos de termómetros. Lo más importante en los telediarios eran los partidos de pretemporada de fútbol, olimpiadas, eurocopas, San
Fermín. Que en nosequé pueblo nosequién se llamaba de una forma divertida, y que había un señor que se parecía mucho a un personaje histórico. Y las imágenes eran de las calles de las grandes ciudades abarrotadas de gente comiendo helados, de niños saltando en las fuentes, de señoras abanicándose, de playas nudistas. Las verbenas de los pueblos ocupaban decenas de páginas en los periódicos locales. Las recomendaciones para hacer viajes y para evitar las picaduras del mosquito tigre ocupaban los reportajes televisivos más relevantes e intensivos, con un despliegue de medios y unos enviados especiales a tal pedanía de Huesca o a cual camping de Tarragona. Conexiones en directo para informar del partido amistoso entre dos equipos de segunda división. La ex-mujer de un pseudofamoso se había vuelto a operar pechos y pómulos, y de paso de hemorroides. Si acaso, alguna mala noticia aparecía cuando se provocaba un incendio de dimensiones preocupantes o un terrible y mortífero accidente cortaba la nacional 620 a su paso por donde fuese.
Pero ahora no. Si tienes la desgracia de ver, mirar y asimilar las portadas de los periódicos o las noticias en la tele sólo aparecen crónicas espantosas sobre política, economía, guerras, sociedad, nobleza, naturaleza. Una tras otra. Todas negativas. Lo miras un rato, piensas cinco segundos y estás el resto del día preocupado. Hay densidad informativa, sin tregua ni los fines de semana, ni los días en los que hace cuarenta grados a la sombra. Los periodistas y redactores que cubren las vacaciones de los demás ya no tienen que estrujarse los cerebros pensando con qué material del tres al cuarto rellenar el verano, qué imágenes de archivo de helados, turistas, abanicos, fuentes y refrescos desempolvar, a qué pueblo perdido dedicarle un especial, qué hacer para volver a informar sobre el mosquito tigre o las playas de levante sin que parezca repetitivo. 
Yo quiero un verano como los de antes. No quiero que existan noticias relevantes.
Quiero que vuelva el verano.


2 comentarios:

  1. Interesante! ¿Será que antes esos horrores no existían o que no nos enterábamos? ¿No será que ahora los medios no tiene más remedio que contar lo que sucede, en lugar ce camuflar la realidad entre noticias frívolas, porque tarde o temprano tendremos acceso a la información? O quizá sea que antes éramos más jóvenes e ignorantes... De cualquier forma, firmo por esos veranos... Bendita despreocupación! :)

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  2. Es una mezcla de todos esos factores. Pero ahora estamos dentro de esos horrores, y desde ahí los vemos, tengamos o no el mando a distancia cerca.

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